Festival de la Canción de Eurovisión Lisboa 2018:
Póster:
Antes que nada, aclarar que estos días (este mes que va a pasar hasta mediados de junio) voy a subir artículos al blog con menos frecuencia debido a la cantidad de trabajo que me espera hasta final de curso. Por otro lado, y hablando precisamente de lo que vamos a hablar, me parece muy importante declarar: descansa en paz, José María Íñigo. Una vez dicho esto, vamos al grano.
Crítica:
Una vez más se celebra el Festival de la Canción de Eurovisión el segundo sábado del mes de Mayo, en esta ocasión en la capital de nuestro país vecino. La expectación por el festival fue creciendo a medida que se fueron revelando las canciones de los distintos países desde principio de año (siendo, de hecho, España una de las primeras en oficializar su canción y sus correspondientes intérpretes) hasta que llegó la semana decisiva y todos los países participantes (menos los Big 5 y el anfitrión) se sometieron a las dos semifinales, en las que ocurrieron algunas sorpresas como la clasificación de Irlanda por primera vez en mucho tiempo y la no clasificación de algunos clásicos del Festival como Azerbaiyán y Bélgica. Y el sábado 12 llegó el día. La gran final. ¿Estoy satisfecho con lo que aconteció en ella? Voy a analizarla.
La gala empezó con un par de fados muy bonitos que sirvieron para que el público interiorizase algo del muy interesante folclore musical portugués y, a continuación, nos presentaron a (esto me parece muy curioso, ya que en Kiev el año pasado todos los presentadores eran hombres; sigo pensando que lo mejor es una pareja mixta como en Estocolmo hace dos años) las cuatro presentadoras de la gala. La verdad es que no entendía muy bien lo que decían ya que los comentaristas españoles habían puesto su voz por encima, no dejando oír qué es lo que comentaban a lo largo de la gala, pero parecía que eran bastante conocidas (al menos en su país de origen) y cumplieron su función perfectamente.
De la primera mitad de las actuaciones destacar para bien el intenso inicio de gala por parte de Ucrania, la muy emocionante actuación de Almaia, la muy bien hecha y con rollo muy interesante de John Legend canción de Austria, el vozarrón de los representantes de Estonia y Albania, la divertida y diferente (aunque no tan diferente: a veces recordaba a Zelmerlow con el rollo de los dibujos), y acompañada de un violín fantástico canción de Noruega y la emotiva y muy sentida (con ciertas reminiscencias a Adele) canción alemana. A destacar para mal, queda la canción de Eslovenia (que no me gustó nada a decir verdad) y la desafortunada interrupción por parte de un espontáneo en la actuación de la representante de Reino Unido que la obligó a sobreponerse de una manera admirable (considero que debería haber un mejor sistema de seguridad para el tema espontáneos al ya haber dos sucesos parecidos en dos años).
Pasando a la segunda mitad, empezamos fuerte con las actuaciones de República Checa (el cantante es tan chulo que es casi insultante en el mejor sentido de la palabra y la canción tiene un rollito funky que me encanta) y Dinamarca (sin duda, mi favorita de la edición; una canción con una estética vikinga que me flipa, una música genial y un mensaje pacifista en la letra que realmente me sorprendió). Por otro lado, me parecen muy dignas de una mención positiva la muy maltratada en los votos actuación de Finlandia (una canción muy curiosa con una bonita voz y una letra bastante chula), la canción holandesa (con un estilo rock-country que me gustó mucho), la de Irlanda (una canción que consiguió simbolizar una historia de amor y desamor preciosa con el fantástico trabajo de dos bailarines, una bonita voz y una guitarra bien tocada) y la de Chipre (con una cantante que lo dejó todo en el escenario). Como malas actuaciones de esta segunda vuelta me quedo principalmente con Australia (se veía que la cantante estaba muy nerviosa y la canción no me llegó a interesar) y la de Moldavia (que esta ya es insalvablemente mala; no entiendo cómo pasó de su Semifinal).
Voy a dedicarle un párrafo entero a Israel, la gran favorita de las casas de apuestas desde que se anunció. Yo, la verdad, viendo la canción me parece que está muy sobrevalorada: a ver, dejadme que me explique. Hay algunas cosas como la tabla que hace dibujitos y sonidos que quedan bien y musicalmente hablando no está mal. Sin embargo, considero que el gran bombo que se le ha dado relacionado con su mensaje es exagerado. Es un mensaje muy importante y directo (lo de no soy un juguete al que puedes controlar y agredir a tu antojo), pero es que la canción se basa toda ella en un símil que, a pesar de que es una buena metáfora para denunciar casos indecentes y totalmente indefendibles de violación y violencia doméstica (aparte del también muy importante y deleznable problema del bullying escolar), acaba cansando al estar hablando de juguetes toda la canción en vez de hacer más referencia a todo lo que desgraciadamente tienen que soportar las mujeres y algunos hombres en la sociedad actual. Considero que canciones como la de Dinamarca (pacifista), la de Alemania (amor fraternal y pérdida) o la de Italia (tema terrorismo) transmiten mejor su mensaje y son, overall (perdonad por el anglicismo pero no se me ocurre ahora una palabra parecida en español), mejoras canciones. Por último, considero que la decoración y el baile de esta canción son tan exagerados y estrámboticos que te cuesta tomarte la canción mínimamente en serio.
Después de las actuaciones, llegó el entreacto en el que actuaron varios artistas portugeses y brasileños y que, como en todas las ediciones anteriores, se me hizo algo pesado a pesar del esfuerzo de personalidades del mundo de la música como Caetano Veloso, que se ofreció a hacer un dúo muy interesante con Salvador Sobral, ganador del año pasado.
Y llegó el momento de las votaciones. Los primeros votos en liza (los de los jurados de los distintos países) estaban muy repartidos y daba la sensación de que este año iba a estar mucho más reñido que el pasado. Con respecto a España, se pasó algo de miedo al creer que nos íbamos a volver a quedar con muy pocos puntos, como con Navarro el año pasado. Sin embargo, Dinamarca (en serio, benditos daneses) abrió la lata y nos dio algo de esperanza con 6 puntejos (nada mal viendo el panorama). Nos vinieron también muy bien un doble de sietes por parte de Australia y Chipre y otros 6 de Alemania. Fuimos subiendo con algún punto aislado hasta que los rumanos desataron la locura en el Altice Arena (casi más lleno de españoles que de portugueses. Por cierto, me declaro fan del de la bandera de Asturias que se ve en varios momentos de la gala) al darnos la friolera de 10 puntos que, sin duda, nos dieron la vida y nos auparon al puesto 18 (ni tan mal) mientras que mis queridos Dinamarca y Finlandia se quedaban muy abajo, Moldavia se quedaba injustamente arriba y se iba formando el top 5 con Israel y Chipre (los favoritos) siendo sorprendemente sobrepasados por Austria, Suecia y Alemania.
Si ya el reparto de los puntos de los jurados fue una locura, el televoto movió toda la tabla menos a la pobre España, que se quedó triste y apaleada en un muy poco merecido puesto 23. Por debajo de ella, Finlandia, Reino Unido y el anfitrión del concurso, Portugal, que veía impotente como conseguía el último puesto. Sin embargo, el televoto aupó al Top 10 a países inesperados como (de verdad que me da una rabia inconmensurable) Moldavia, Estonia, Italia y mi querida Dinamarca que logró hacer un comeback que pasará a la historia. Mientras tanto, las cosas en el Top 5 seguían apretadas hasta el final. Llegó el momento álgido de la noche cuando se decidía por el televoto si ganaba Israel o Chipre (la pobre Austria se vio poco apoyada por el televoto). Al final, acabando ganando Israel. En el último momento de la gala, Netta (la cantante israelí) fue visiblemente emocionada a recoger el trofeo de manos de Salvador Sobral. Es en este momento en el que Salvador hizo algo que a mí me pareció, honestamente, muy mal. Aunque hayas dicho públicamente que odias su canción, eso no te da derecho a tratarla con un mínimo de respeto, mirarla a los ojos y no irte corriendo sin quedarte a celebrar mínimamente con ella, que seguro que le haría ilusión.
Y ahí acabó la gala. Una final con luces y sombras, con justicias e injusticias y en la que el propio Salvador nos demostró que nunca llueve a gusto de todos. Felicidades a Netta y nos vemos el año que viene en Jerusalén (la verdad es que no creo que hacerlo allí sea muy moral para con los palestinos ni muy seguro, pero este no es el momento para hablar de ello). Me voy, no sin antes dejaros una lista con mis canciones favoritas de esta edición . Hasta la semana que viene, si tengo tiempo y hay suerte.
Mis canciones favoritas de Eurovisión 2018 (no necesariamente en orden): Together (Ryan O`Shaughnessy, Irlanda); Lie to me (Mikolas Josef, República Checa); Tu canción (Amaia Romero y Alfred García, España); That`s how you write a song (Alexander Rybak, Noruega); Under the Ladder (Mélovin, Ucrania); Nobody but you (César Sampson, Austria); Monsters (Saara Aalto, Finlandia); Outlaw in them (Waylon, Países Bajos); You let me walk alone (Michael Schulte, Alemania) y Higher Ground (Rasmussen, Dinamarca).
Póster:
Antes que nada, aclarar que estos días (este mes que va a pasar hasta mediados de junio) voy a subir artículos al blog con menos frecuencia debido a la cantidad de trabajo que me espera hasta final de curso. Por otro lado, y hablando precisamente de lo que vamos a hablar, me parece muy importante declarar: descansa en paz, José María Íñigo. Una vez dicho esto, vamos al grano.
Crítica:
Una vez más se celebra el Festival de la Canción de Eurovisión el segundo sábado del mes de Mayo, en esta ocasión en la capital de nuestro país vecino. La expectación por el festival fue creciendo a medida que se fueron revelando las canciones de los distintos países desde principio de año (siendo, de hecho, España una de las primeras en oficializar su canción y sus correspondientes intérpretes) hasta que llegó la semana decisiva y todos los países participantes (menos los Big 5 y el anfitrión) se sometieron a las dos semifinales, en las que ocurrieron algunas sorpresas como la clasificación de Irlanda por primera vez en mucho tiempo y la no clasificación de algunos clásicos del Festival como Azerbaiyán y Bélgica. Y el sábado 12 llegó el día. La gran final. ¿Estoy satisfecho con lo que aconteció en ella? Voy a analizarla.
La gala empezó con un par de fados muy bonitos que sirvieron para que el público interiorizase algo del muy interesante folclore musical portugués y, a continuación, nos presentaron a (esto me parece muy curioso, ya que en Kiev el año pasado todos los presentadores eran hombres; sigo pensando que lo mejor es una pareja mixta como en Estocolmo hace dos años) las cuatro presentadoras de la gala. La verdad es que no entendía muy bien lo que decían ya que los comentaristas españoles habían puesto su voz por encima, no dejando oír qué es lo que comentaban a lo largo de la gala, pero parecía que eran bastante conocidas (al menos en su país de origen) y cumplieron su función perfectamente.
De la primera mitad de las actuaciones destacar para bien el intenso inicio de gala por parte de Ucrania, la muy emocionante actuación de Almaia, la muy bien hecha y con rollo muy interesante de John Legend canción de Austria, el vozarrón de los representantes de Estonia y Albania, la divertida y diferente (aunque no tan diferente: a veces recordaba a Zelmerlow con el rollo de los dibujos), y acompañada de un violín fantástico canción de Noruega y la emotiva y muy sentida (con ciertas reminiscencias a Adele) canción alemana. A destacar para mal, queda la canción de Eslovenia (que no me gustó nada a decir verdad) y la desafortunada interrupción por parte de un espontáneo en la actuación de la representante de Reino Unido que la obligó a sobreponerse de una manera admirable (considero que debería haber un mejor sistema de seguridad para el tema espontáneos al ya haber dos sucesos parecidos en dos años).
Pasando a la segunda mitad, empezamos fuerte con las actuaciones de República Checa (el cantante es tan chulo que es casi insultante en el mejor sentido de la palabra y la canción tiene un rollito funky que me encanta) y Dinamarca (sin duda, mi favorita de la edición; una canción con una estética vikinga que me flipa, una música genial y un mensaje pacifista en la letra que realmente me sorprendió). Por otro lado, me parecen muy dignas de una mención positiva la muy maltratada en los votos actuación de Finlandia (una canción muy curiosa con una bonita voz y una letra bastante chula), la canción holandesa (con un estilo rock-country que me gustó mucho), la de Irlanda (una canción que consiguió simbolizar una historia de amor y desamor preciosa con el fantástico trabajo de dos bailarines, una bonita voz y una guitarra bien tocada) y la de Chipre (con una cantante que lo dejó todo en el escenario). Como malas actuaciones de esta segunda vuelta me quedo principalmente con Australia (se veía que la cantante estaba muy nerviosa y la canción no me llegó a interesar) y la de Moldavia (que esta ya es insalvablemente mala; no entiendo cómo pasó de su Semifinal).
Voy a dedicarle un párrafo entero a Israel, la gran favorita de las casas de apuestas desde que se anunció. Yo, la verdad, viendo la canción me parece que está muy sobrevalorada: a ver, dejadme que me explique. Hay algunas cosas como la tabla que hace dibujitos y sonidos que quedan bien y musicalmente hablando no está mal. Sin embargo, considero que el gran bombo que se le ha dado relacionado con su mensaje es exagerado. Es un mensaje muy importante y directo (lo de no soy un juguete al que puedes controlar y agredir a tu antojo), pero es que la canción se basa toda ella en un símil que, a pesar de que es una buena metáfora para denunciar casos indecentes y totalmente indefendibles de violación y violencia doméstica (aparte del también muy importante y deleznable problema del bullying escolar), acaba cansando al estar hablando de juguetes toda la canción en vez de hacer más referencia a todo lo que desgraciadamente tienen que soportar las mujeres y algunos hombres en la sociedad actual. Considero que canciones como la de Dinamarca (pacifista), la de Alemania (amor fraternal y pérdida) o la de Italia (tema terrorismo) transmiten mejor su mensaje y son, overall (perdonad por el anglicismo pero no se me ocurre ahora una palabra parecida en español), mejoras canciones. Por último, considero que la decoración y el baile de esta canción son tan exagerados y estrámboticos que te cuesta tomarte la canción mínimamente en serio.
Después de las actuaciones, llegó el entreacto en el que actuaron varios artistas portugeses y brasileños y que, como en todas las ediciones anteriores, se me hizo algo pesado a pesar del esfuerzo de personalidades del mundo de la música como Caetano Veloso, que se ofreció a hacer un dúo muy interesante con Salvador Sobral, ganador del año pasado.
Y llegó el momento de las votaciones. Los primeros votos en liza (los de los jurados de los distintos países) estaban muy repartidos y daba la sensación de que este año iba a estar mucho más reñido que el pasado. Con respecto a España, se pasó algo de miedo al creer que nos íbamos a volver a quedar con muy pocos puntos, como con Navarro el año pasado. Sin embargo, Dinamarca (en serio, benditos daneses) abrió la lata y nos dio algo de esperanza con 6 puntejos (nada mal viendo el panorama). Nos vinieron también muy bien un doble de sietes por parte de Australia y Chipre y otros 6 de Alemania. Fuimos subiendo con algún punto aislado hasta que los rumanos desataron la locura en el Altice Arena (casi más lleno de españoles que de portugueses. Por cierto, me declaro fan del de la bandera de Asturias que se ve en varios momentos de la gala) al darnos la friolera de 10 puntos que, sin duda, nos dieron la vida y nos auparon al puesto 18 (ni tan mal) mientras que mis queridos Dinamarca y Finlandia se quedaban muy abajo, Moldavia se quedaba injustamente arriba y se iba formando el top 5 con Israel y Chipre (los favoritos) siendo sorprendemente sobrepasados por Austria, Suecia y Alemania.
Si ya el reparto de los puntos de los jurados fue una locura, el televoto movió toda la tabla menos a la pobre España, que se quedó triste y apaleada en un muy poco merecido puesto 23. Por debajo de ella, Finlandia, Reino Unido y el anfitrión del concurso, Portugal, que veía impotente como conseguía el último puesto. Sin embargo, el televoto aupó al Top 10 a países inesperados como (de verdad que me da una rabia inconmensurable) Moldavia, Estonia, Italia y mi querida Dinamarca que logró hacer un comeback que pasará a la historia. Mientras tanto, las cosas en el Top 5 seguían apretadas hasta el final. Llegó el momento álgido de la noche cuando se decidía por el televoto si ganaba Israel o Chipre (la pobre Austria se vio poco apoyada por el televoto). Al final, acabando ganando Israel. En el último momento de la gala, Netta (la cantante israelí) fue visiblemente emocionada a recoger el trofeo de manos de Salvador Sobral. Es en este momento en el que Salvador hizo algo que a mí me pareció, honestamente, muy mal. Aunque hayas dicho públicamente que odias su canción, eso no te da derecho a tratarla con un mínimo de respeto, mirarla a los ojos y no irte corriendo sin quedarte a celebrar mínimamente con ella, que seguro que le haría ilusión.
Y ahí acabó la gala. Una final con luces y sombras, con justicias e injusticias y en la que el propio Salvador nos demostró que nunca llueve a gusto de todos. Felicidades a Netta y nos vemos el año que viene en Jerusalén (la verdad es que no creo que hacerlo allí sea muy moral para con los palestinos ni muy seguro, pero este no es el momento para hablar de ello). Me voy, no sin antes dejaros una lista con mis canciones favoritas de esta edición . Hasta la semana que viene, si tengo tiempo y hay suerte.
Mis canciones favoritas de Eurovisión 2018 (no necesariamente en orden): Together (Ryan O`Shaughnessy, Irlanda); Lie to me (Mikolas Josef, República Checa); Tu canción (Amaia Romero y Alfred García, España); That`s how you write a song (Alexander Rybak, Noruega); Under the Ladder (Mélovin, Ucrania); Nobody but you (César Sampson, Austria); Monsters (Saara Aalto, Finlandia); Outlaw in them (Waylon, Países Bajos); You let me walk alone (Michael Schulte, Alemania) y Higher Ground (Rasmussen, Dinamarca).
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