Sherlock (Temporada 1) :
Año de emisión: 2010
Creadores: Steven Moffat y Mark Gatiss
Lugar de emisión original: BBC
Logo:
Crítica:
Un lustro desde el principio de Doctor Who y tan sólo un año desde la última adaptación de este personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle en la frenética e interesante Sherlock Holmes con Robert Downey Jr. y Jude Law bajo el mando de el irregular Guy Ritchie, Mark Gatiss y Steven Moffat (guionistas habituales de la serie protagonizada por el Doctor y, de hecho, de algunos de los mejores episodios del trozo de serie que he visto hasta ahora, si me permitís mi opinión) crearon una idea para una serie de televisión que posteriormente emitiría la BBC en horario de máxima audiencia. El 25 de julio del año del Mundial de España se estrenaba el piloto de la serie, con dos actorazos como Benedict Cumberbatch y Martin Freeman haciendo de Sherlock y Watson, respectivamente; consiguiendo una audiencia en el Reino Unido nada desdeñable de casi 9 millones de espectadores. La serie seguiría las aventuras de los dos personajes de Doyle y sus interesantes personajes secundarios en temporadas que constarían de tan sólo tres capítulos (más especiales) pero, eso sí, con una duración extendida con respecto a otras series de unos 88 minutos (1 hora 28 min, casi una película) por capítulo aproximadamente basados ligeramente en diversos relatos y novelas protagonizadas por nuestro detective antiheroico victoriano favorito pero con el gran giro de que este Sherlock (al igual que el de Elementary que, para ser honesto, no he visto) vive y resuelve casos en el Londres de nuestros tiempos. ¿Cómo salió este gran experimento de la mano de tales actorazos y guionistas? Voy a analizar las distintas temporadas de esta serie (capítulo por capítulo) a lo largo de este mes intentando responder esa pregunta, empezando hoy mismo con la primera. Así es la primera temporada de Sherlock:
Estudio en Rosa:
Para los ávidos lectores de Conan Doyle (entre los cuales me incluyo) no es muy difícil adivinar que el principio de este capítulo piloto es exactamente el de la primera novela protagonizada por Sherlock Holmes, Estudio en Escarlata (al que hace referencia el título): Sherlock y Watson se conocen al no encontrar este último otro compañero de piso, Sherlock maravilla a Watson con la ciencia de la deducción, se convierten en compañeros de andanzas y van a investigar un caso con una escena del crimen en la que se vislumbra Rache escrito con sangre en el suelo. Sin embargo, aquí es cuando la cosa cambia completamente y es que el misterio de la novela coge un camino totalmente diferente que acaba con un villano inesperado y ciertas pastillas. Este capítulo guionizado por Steven Moffat y dirigido por Paul McGuigan, aparte de presentarnos a un Sherlock y a un Watson bastante apegados a sus personajes de la novela pero con mucha personalidad (la faceta de drogadicto, extravagante y antisocial de Sherlock es explotada por un brillante Cumberbatch mientras que Freeman interpreta a un Watson perfectamente creíble con el que el público se puede identificar con una facilidad pasmosa), nos presenta a algunos de los personajes recurrentes de la serie; algunos aparecen en las novelas (Rupert Graves interpreta a un más creíble y serio Lestrade, el guionista y creador de la serie Mark Gatiss interpreta curiosamente al hermano de Sherlock [Mycroft Holmes] con bastante maestría y Una Stubbs interpreta a una fantástica Señora Hudson que irá cogiendo más [necesario] protagonismo a medida que vaya pasando la serie) y otros no (Louise Brealey interpreta a la doctora forense Molly Hooper con la que Sherlock "colabora" de vez en cuando y Vinette Robinson interpreta a la oficial de policia Sally Donovan que trabaja con Lestrade en ciertos casos). Con respecto al argumento del capítulo, se va desenrrollando poco a poco de una manera deliciosa a medida que va creciendo el número de víctimas hasta el mágico momento ¿Quién ha pedido un taxi? y el diálogo con el villano en cuestión que, por cierto, es un villano con razones, con personalidad y que intimida. Este es un piloto maravilloso que recupera a unos personajes claramente mejorados con respecto a la novela e incluso incluye algunos nuevos que funcionan bien y que nos plantea un misterio fantástico con grandes momentos y un villano totalmente a la altura.
Nota: 10/10
El banquero ciego:
Cambiamos de director y de guionista. Stephen Tompson escribe y el director galés recurrente en Doctor Who Euros Lyn dirige este segundo capítulo en el que un antiguo "amigo" de Sherlock le pide consejo cuando en una habitación totalmente cerrada del banco en el que trabaja aparecen unas extrañas pintadas. Poco después, un empleado del banco comete un supuesto acto suicida en su apartamento. Nos encontramos en un capítulo en el que lo importante no son los personajes (que realmente no evolucionan mucho los que ya estaban y los nuevos no son la gran cosa, ni siquiera el villano) sino la ambientación (esa ambientación china de circo del final es muy interesante y el museo es una decisión interesante para ambientar la historia), el poderío visual (hay escenas muy chulas en el circo y al final en el show genérico del villano de "voy a torturar a tu interés amoroso para que hables, qué poco previsible y manido soy" que, aunque sea una técnica demasiado usada hay mucha tensión e imágenes para el recuerdo) y, sobre todo, el misterio principal (todo el transfondo cultural que tiene y el tono de contrarreloj que tiene el capítulo enriquecen un misterio de por sí interesante y desafiante con tintes de relatos como El signo de los cuatro o El valle del miedo). Lyn realiza de manera bastante adecuada un acercamiento de Sherlock a problemas más globales, mafias y organizaciones criminales con mucho poderío visual y un misterio con un transfondo y una ejecución sobresalientes. Sin embargo, el despistarse en el campo de los personajes hace que el capítulo pierda credibilidad y memorabilidad.
Nota: 8,4/10
El gran juego:
En el último capítulo de la temporada, Paul McGuigan vuelve a ocupar la silla de director, usando en esta ocasión un guión de nuestro hermanito ficticio favorito, Mark Gatiss. Resulta que, en esta ocasión, Mycroft (que, por si no lo había aclarado antes, trabaja en un puesto muy alto del Gobierno Británico) le encarga a su hermanito del alma que investigue la muerte en una vía de tren de un supuesto traidor a la patria que había robado un lápiz de memoria con los planos de unos misiles militares, a lo cual Sherlock hace oídos sordos. Poco después, se produce una explosión cerca de su domicilio (el mítico 221B de Baker Street). Entre los restos, se encuentra el móvil que aparece en el piloto (cómo se nota que el director es el mismo) y, a través de ese móvil, Sherlock recibe varias llamadas de gente que le dicen que, para salvarlos de una muerte por explosivos, debe resolver algunos misterios en un tiempo límite. ¿Quién está detrás de esto? ¿Tienen los misterios alguna relación entre ellos? ¿Qué pasó con esos planos? Éstas son las principales preguntas que plantea un capítulo que tiene una estructura algo diferente ya que, al ir un misterio detrás de otro (aparte de aportarle al capítulo un ritmo adrenalínico, ayudado también por el tiempo límite para resolverlos) le asigna al capítulo un aire a esos fantásticos recopilatorios de Conan Doyle (como Las aventuras de Sherlock Holmes, muy recomendable) de varios misterios cortos. Sin embargo, el capítulo entremezcla los misterios de una forma magistral. Con respecto a los misterios en sí mismos, me gustaron mucho todos (destacando el del vigilante de la galería de arte) menos uno: el de la estrella televisiva se me hizo algo anodino y eso hizo que hubiese una bajada de ese ritmo endiablado que me estaba maravillando. Apartado personajes: este capítulo nos presenta no sólo uno, sino dos villanos (uno de ellos también con transfondo cultural e incluso mitológico que realmente sorprende e intimida). Pero vamos a la joya de la corona (y nunca mejor dicho [esto es una referencia a la segunda temporada]): el segundo villano. Joker de Heath Ledger, al loro, que tienes competencia. Ojo al villano que empieza por M y acaba por Y (tampoco quiero entrar en mucho spoiler) genialmente interpretado por Andrew Scott. Para mí, la escena al final en la piscina es sencillamente una obra de arte que nos introduce a este villano alocado pero intimidante y calculador que, honestamente, adoro. Resumiendo, un capítulo con un ritmo mayoritariamente trepidante que recuerda a un recopilatorio de relatos especialmente inspirados (salvo uno, qué pena) que se entrelazan magistralmente para darnos grandes escenas y dos villanos que se comen la pantalla en, quizás el misterio más desafiante para nuestro amigo de Baker Street.
Nota: 9,8/10
Año de emisión: 2010
Creadores: Steven Moffat y Mark Gatiss
Lugar de emisión original: BBC
Logo:
Crítica:
Un lustro desde el principio de Doctor Who y tan sólo un año desde la última adaptación de este personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle en la frenética e interesante Sherlock Holmes con Robert Downey Jr. y Jude Law bajo el mando de el irregular Guy Ritchie, Mark Gatiss y Steven Moffat (guionistas habituales de la serie protagonizada por el Doctor y, de hecho, de algunos de los mejores episodios del trozo de serie que he visto hasta ahora, si me permitís mi opinión) crearon una idea para una serie de televisión que posteriormente emitiría la BBC en horario de máxima audiencia. El 25 de julio del año del Mundial de España se estrenaba el piloto de la serie, con dos actorazos como Benedict Cumberbatch y Martin Freeman haciendo de Sherlock y Watson, respectivamente; consiguiendo una audiencia en el Reino Unido nada desdeñable de casi 9 millones de espectadores. La serie seguiría las aventuras de los dos personajes de Doyle y sus interesantes personajes secundarios en temporadas que constarían de tan sólo tres capítulos (más especiales) pero, eso sí, con una duración extendida con respecto a otras series de unos 88 minutos (1 hora 28 min, casi una película) por capítulo aproximadamente basados ligeramente en diversos relatos y novelas protagonizadas por nuestro detective antiheroico victoriano favorito pero con el gran giro de que este Sherlock (al igual que el de Elementary que, para ser honesto, no he visto) vive y resuelve casos en el Londres de nuestros tiempos. ¿Cómo salió este gran experimento de la mano de tales actorazos y guionistas? Voy a analizar las distintas temporadas de esta serie (capítulo por capítulo) a lo largo de este mes intentando responder esa pregunta, empezando hoy mismo con la primera. Así es la primera temporada de Sherlock:
Estudio en Rosa:
Para los ávidos lectores de Conan Doyle (entre los cuales me incluyo) no es muy difícil adivinar que el principio de este capítulo piloto es exactamente el de la primera novela protagonizada por Sherlock Holmes, Estudio en Escarlata (al que hace referencia el título): Sherlock y Watson se conocen al no encontrar este último otro compañero de piso, Sherlock maravilla a Watson con la ciencia de la deducción, se convierten en compañeros de andanzas y van a investigar un caso con una escena del crimen en la que se vislumbra Rache escrito con sangre en el suelo. Sin embargo, aquí es cuando la cosa cambia completamente y es que el misterio de la novela coge un camino totalmente diferente que acaba con un villano inesperado y ciertas pastillas. Este capítulo guionizado por Steven Moffat y dirigido por Paul McGuigan, aparte de presentarnos a un Sherlock y a un Watson bastante apegados a sus personajes de la novela pero con mucha personalidad (la faceta de drogadicto, extravagante y antisocial de Sherlock es explotada por un brillante Cumberbatch mientras que Freeman interpreta a un Watson perfectamente creíble con el que el público se puede identificar con una facilidad pasmosa), nos presenta a algunos de los personajes recurrentes de la serie; algunos aparecen en las novelas (Rupert Graves interpreta a un más creíble y serio Lestrade, el guionista y creador de la serie Mark Gatiss interpreta curiosamente al hermano de Sherlock [Mycroft Holmes] con bastante maestría y Una Stubbs interpreta a una fantástica Señora Hudson que irá cogiendo más [necesario] protagonismo a medida que vaya pasando la serie) y otros no (Louise Brealey interpreta a la doctora forense Molly Hooper con la que Sherlock "colabora" de vez en cuando y Vinette Robinson interpreta a la oficial de policia Sally Donovan que trabaja con Lestrade en ciertos casos). Con respecto al argumento del capítulo, se va desenrrollando poco a poco de una manera deliciosa a medida que va creciendo el número de víctimas hasta el mágico momento ¿Quién ha pedido un taxi? y el diálogo con el villano en cuestión que, por cierto, es un villano con razones, con personalidad y que intimida. Este es un piloto maravilloso que recupera a unos personajes claramente mejorados con respecto a la novela e incluso incluye algunos nuevos que funcionan bien y que nos plantea un misterio fantástico con grandes momentos y un villano totalmente a la altura.
Nota: 10/10
El banquero ciego:
Cambiamos de director y de guionista. Stephen Tompson escribe y el director galés recurrente en Doctor Who Euros Lyn dirige este segundo capítulo en el que un antiguo "amigo" de Sherlock le pide consejo cuando en una habitación totalmente cerrada del banco en el que trabaja aparecen unas extrañas pintadas. Poco después, un empleado del banco comete un supuesto acto suicida en su apartamento. Nos encontramos en un capítulo en el que lo importante no son los personajes (que realmente no evolucionan mucho los que ya estaban y los nuevos no son la gran cosa, ni siquiera el villano) sino la ambientación (esa ambientación china de circo del final es muy interesante y el museo es una decisión interesante para ambientar la historia), el poderío visual (hay escenas muy chulas en el circo y al final en el show genérico del villano de "voy a torturar a tu interés amoroso para que hables, qué poco previsible y manido soy" que, aunque sea una técnica demasiado usada hay mucha tensión e imágenes para el recuerdo) y, sobre todo, el misterio principal (todo el transfondo cultural que tiene y el tono de contrarreloj que tiene el capítulo enriquecen un misterio de por sí interesante y desafiante con tintes de relatos como El signo de los cuatro o El valle del miedo). Lyn realiza de manera bastante adecuada un acercamiento de Sherlock a problemas más globales, mafias y organizaciones criminales con mucho poderío visual y un misterio con un transfondo y una ejecución sobresalientes. Sin embargo, el despistarse en el campo de los personajes hace que el capítulo pierda credibilidad y memorabilidad.
Nota: 8,4/10
El gran juego:
En el último capítulo de la temporada, Paul McGuigan vuelve a ocupar la silla de director, usando en esta ocasión un guión de nuestro hermanito ficticio favorito, Mark Gatiss. Resulta que, en esta ocasión, Mycroft (que, por si no lo había aclarado antes, trabaja en un puesto muy alto del Gobierno Británico) le encarga a su hermanito del alma que investigue la muerte en una vía de tren de un supuesto traidor a la patria que había robado un lápiz de memoria con los planos de unos misiles militares, a lo cual Sherlock hace oídos sordos. Poco después, se produce una explosión cerca de su domicilio (el mítico 221B de Baker Street). Entre los restos, se encuentra el móvil que aparece en el piloto (cómo se nota que el director es el mismo) y, a través de ese móvil, Sherlock recibe varias llamadas de gente que le dicen que, para salvarlos de una muerte por explosivos, debe resolver algunos misterios en un tiempo límite. ¿Quién está detrás de esto? ¿Tienen los misterios alguna relación entre ellos? ¿Qué pasó con esos planos? Éstas son las principales preguntas que plantea un capítulo que tiene una estructura algo diferente ya que, al ir un misterio detrás de otro (aparte de aportarle al capítulo un ritmo adrenalínico, ayudado también por el tiempo límite para resolverlos) le asigna al capítulo un aire a esos fantásticos recopilatorios de Conan Doyle (como Las aventuras de Sherlock Holmes, muy recomendable) de varios misterios cortos. Sin embargo, el capítulo entremezcla los misterios de una forma magistral. Con respecto a los misterios en sí mismos, me gustaron mucho todos (destacando el del vigilante de la galería de arte) menos uno: el de la estrella televisiva se me hizo algo anodino y eso hizo que hubiese una bajada de ese ritmo endiablado que me estaba maravillando. Apartado personajes: este capítulo nos presenta no sólo uno, sino dos villanos (uno de ellos también con transfondo cultural e incluso mitológico que realmente sorprende e intimida). Pero vamos a la joya de la corona (y nunca mejor dicho [esto es una referencia a la segunda temporada]): el segundo villano. Joker de Heath Ledger, al loro, que tienes competencia. Ojo al villano que empieza por M y acaba por Y (tampoco quiero entrar en mucho spoiler) genialmente interpretado por Andrew Scott. Para mí, la escena al final en la piscina es sencillamente una obra de arte que nos introduce a este villano alocado pero intimidante y calculador que, honestamente, adoro. Resumiendo, un capítulo con un ritmo mayoritariamente trepidante que recuerda a un recopilatorio de relatos especialmente inspirados (salvo uno, qué pena) que se entrelazan magistralmente para darnos grandes escenas y dos villanos que se comen la pantalla en, quizás el misterio más desafiante para nuestro amigo de Baker Street.
Nota: 9,8/10
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