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Sherlock (S.2) o ¿cómo es que no he hablado todavía de las series inglesas? (III)

Sherlock (Temporada 2):

Año de emisión: 2012
Creadores: Steven Moffat y Mark Gatiss
Lugar de emisión original: BBC
Logo:
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Crítica: 

Dos años después del estreno de la primera tanda de episodios de esta serie, en pleno día de año nuevo del 2012 (curiosamente, el año en el que España ganó su segunda Eurocopa y el año en el que se le acabó la suerte; aprovecho, por cierto, para felicitar a nuestros vecinos del norte que se han llevado la Copa del Mundo ayer mismo), la BBC estrenaría una segunda tanda de capítulos que se alargarían en el tiempo hasta el 15 de enero de ese mismo año y que prometía continuar con los personajes de la anterior temporada y adaptar (y modernizar) grandes escritos de Conan Doyle como son Escándalo en Bohemia o El sabueso de los Baskerville. ¿Lo consiguieron satisfactoriamente? Vamos a analizar la segunda temporada de Sherlock.

Escándalo en Belgravia:

Steven Moffat a la escritura y Paul McGuigan nuevamente a la dirección intentan adaptar muy satisfactoriamente en mi opinión un relato corto en el que Doyle nos introducía al que es uno de los personajes secundarios más interesantes de las novelas de Sherlock Holmes. Resulta que Sherlock es requerido una vez más por su hermano junto con Watson para que intenten recuperar unas fotos comprometidas de un miembro de la Realeza Británica que posee una famosa dominatrix llamada Irene Adler. Principio parecido al relato en el que está basado, pero esto luego acabará desembocando en ataques terroristas frustrados, muertes fingidas y, sorprendente, un amor atípico. Lo que más llama la atención de este capítulo es, sin duda, la propia Irene Adler. Lara Pulver interpreta a un antihéroe fantástico con matices y con, ciertamente, algo de la esencia de la Irene Adler original. Nos encontramos con una mujer que detrás de su confianza en sí misma, su actitud dominante y su poder para embaucar a la gente y hacer de mercenaria, vendiendo sus servicios al mejor postor; tiene un miedo atroz a estar sola ante el peligro. Ella no busca poder ni nada parecido; ella busca protección. Porque, al fin y al cabo, todos menos los locos tenemos miedo a algo. Sin embargo, el cómo domina a Sherlock durante casi todo el episodio es una experiencia francamente gratificante. Está genial el punto de vista del episodio de que no sólo Sherlock encontró la horma de su zapato en Adler sino que también Adler encontró la horma de su zapato en Sherlock, ya que dos personajes que no sienten nada por nadie empiezan a sentir algo el uno por el otro. Sherlock y Adler comparten una química maravillosa y protagonizan grandes momentos (desde las escenas de acción juntos, pasando por el momento brutal de "le haría mio aquí mismo [...] hasta que suplicase piedad dos veces", por los mensajes que se intercambian, por ese momento emotivo y perfecto en el despacho de Mycroft en el que Sherlock acaba adivinando el código y por esa última escena en el que consiguen escapar juntos). Pero, ojo, que Sherlock también comparte grandes momentos con Watson (su conversación en el Buckingham Palace y sus respuestas a las críticas de Mycroft es sencillamente oro y cuando reprueban simultáneamente a Mycroft cuando manda callar a la señora Hudson [que ya hace falta valor...]), con Mycroft (que en este capítulo toma un reverso oscuro con cierto asunto relacionado con un avión misterioso y que da lugar a ciertos momentos de crítica al Gobierno bastante acertados), con Lestrade (el momento en el que discuten cuántas veces "cayó" por la ventana el asaltante y Sherlock asegura que perdió la cuenta es desternillante)... Por último, decir que los misterios presentes en este capítulo (el del coche estropeado y la muerte repentina y el del avión) son cortos, pero originales y satisfactorios. Para resumir, Steven Moffat (quedaros con su nombre, que este tío es un genio) vuelve a demostrar que es un guionista de categoría con este episodio en el que los misterios (que aún así son buenos) ceden la importancia a unos personajes (sobre todo, una Irene Adler que constituye uno de los mejores antihéroes [o incluso personajes en general] que he visto nunca) que se comen la pantalla con una química entre ellos que hechiza, con unas interpretaciones magistrales y que protagonizan una cantidad incontable de momentos sencillamente brutales. ¿Qué mas me queda por decir que el hecho de que estoy locked con esta serie?

Nota: 10/10


Los perros de Baskerville:

Evidentemente basado en la novela de la que ya hablé en este blog, este capítulo dirigido de nuevo por Paul McGuigan y escrito en esta ocasión por nuestro Mycroft, Mark Gatiss, la acción de este capítulo empieza cuando un tal Henry Knight, natural del condado de Devon, viene para explicarles que después de recientemente superar un trauma relacionado con presenciar la muerte de su padre a manos de un supuesto mastín gigante en un valle conocido como Dewer`s Hollow años atrás acaba de encontrar unas huellas en dicho lugar que parecen pertenecer, efectivamente, a un perrete gigante. Una cosa llamativa es que cerca de dicho lugar se encuentran unos laboratorios algo misteriosos del Departamento de Defensa en lo que se conoce como Baskerville. Dado que en esta ocasión, los personajes que se nos presentan muy interesantes no son, vamos a centrarnos en otros aspectos. Con respecto al argumento, cumple bastante bien, aunque hay algunas tramas secundarias que no vienen al caso y que incluso no se resuelven (todas estas señales de luz que se encuentran es algo a lo que no dan explicación [esto es algo a lo que sí le daba explicación la novela] y el misterio del conejo fosforescente desaparecido es uno de los casos más absurdos e innecesarios que hemos visto en la serie y la verdad es que no aporta nada al capítulo). Pero bueno, vamos al punto fuerte de este capítulo: la ambientación. Como primera y única vez en la que vemos a Sherlock salir de Londres (Sherlock goes West), el capítulo tenía que cumplir en ambientación y vaya si cumple. Nos encontramos ante a un capítulo que pasa del misterio durante gran parte de la proyección y nos propone un terror gótico sublime que, gracias a la magnífica ambientación y a los contrastes entre la luz y la oscuridad, consigue, aparte de darnos un miedo considerable, desconcertarnos y hacernos dudar de nosotros mismos. La cosa de ¿será verdad el perrete o no? es algo con lo que jugaba la novela, pero este capítulo lo hace fantásticamente. También está bien pensado la modernización de la trama con todas las escenas de los laboratorios y la idea de la organización y los (minispoiler) alucinógenos. Por último, mencionar la manera en la que tratan los traumas y los recovecos y las asociaciones que hace la memoria y el cerebro para darle explicación a cosas que no la tienen (sencillamente digamos que [minispoiler] a lo mejor lo que mató al padre no era precisamente el sabueso). Resumiendo, nos encontramos ante un capítulo que moderniza y cambia de manera interesante a la novela, ofreciéndonos un terror gótico delicioso que, ayudado por la muy bien elegida ambientación y la habilidad de McGuigan detrás de la cámara, asusta, desconcierta y hace dudar mientras maneja al público para que vivan la misma experiencia que los protagonistas. Sin embargo, la pobreza del guión (con muchas tramas secundarias que no llevan a ningún sitio) y lo sosos que resultan los nuevos personajes introducidos en este episodio, lastran a un capítulo cuyo mensaje más importante quizá sea que casi siempre los únicos monstruos somos los humanos.

Nota: 8,9/10

La caída de Reichenbach:

Un nuevo director, Toby Haynes, se apunta al reto de dirigir un capítulo de esta serie y asume el gran reto de adaptar el principal cara a cara de JM y Sherlock en las novelas con la ayuda del guionista Stephen Thompson. Y, las cosas como son, ha logrado hacer un capítulo con mucha personalidad y con un toque muy diferente al de las novelas y que, sin embargo, impacta y convence perfectamente. El capítulo empieza cuando Moriarty consigue robar al mismo tiempo tres de los lugares más seguros de Londres (la Torre de Londres, el Banco de Inglaterra y la Cárcel de Pentonville) y es capturado y llevado a juicio. Sin embargo, consigue salir indemne y se marca el propósito de destrozar la vida de Sherlock. El plan maestro de Moriarty se basa en una idea que ya la sargento Donovan había dejado caer en el piloto: ¿y sí Sherlock usase su don para hacer el mal? Ya que los personajes ya los conocemos, Haynes nos los presenta en una situación de crisis en la que vemos cómo sería un Sherlock fugitivo y perseguido. Estructuralmente, el episodio tiene varias partes: primero, los delitos de Moriarty y el juicio, después, el encuentro de Sherlock y Moriary y el caso de los niños del colegio privado desapareciendo, a continuación, Sherlock empieza a ser desprestigiado y es perseguido y, por último, la escena en la azotea del hospital. Las dos primeras partes tienen cosas interesantes: el inicio del capítulo con los robos y el cuadro de Moriarty con las joyas de la Reina es bastante resultón y, a pesar de que el juicio en sí mismo se hace algo largo, el encuentro entre Sherlock y Moriarty es algo que siempre habíamos querido ver y es una pelea de egos muy bien llevada, con algunas pistas y momentos claves en el desarrollo del episodio. Sin embargo, lo bueno empieza con el caso muy interesante de los niños secuestrados que toma un giro muy oscuro con lo de los chocolates y, sobre todo, cuando Sherlock se convierte en fugitivo. La primera escena de esta etapa (la del taxi y el cuentacuentos) es sencillamente demencial y angustia sobremanera. Resulta muy interesante por otro lado cómo estos asesinos internacionales son absolutamente controlados y engañados con la promesa de llegar al código universal (cosa que también fascina a Sherlock) y, al final, (minispoiler) la parte en la que Moriarty dice que tendemos a buscar la solución difícil y que, a veces, las soluciones están delante de nuestras narices sin duda hace pensar. ¿Os acordáis de lo que dije en el primer episodio de que todos tienen miedos, inseguridades y matices menos los locos? El Moriarty de Andrew Scott es un gran ejemplo de ello y es en la escena del hospital donde vemos en todo su esplendor lo fríamente calculado que lo tiene todo y, sin embargo, lo loco que está. Él no tiene miedo a nada (ni siquiera a la muerte) y está dispuesto a todo con conseguir sus objetivos y quizás eso sea lo peor. Aparte de eso, es inteligente y manipulador de c*jones y tiene un toque excéntrico que enamora. Resumiendo, este es un capítulo que merece la pena esperar a que coja un poco de ritmo, ya que nos regala a unos personajes ya perfectamente definidos en una situación crítica que protagonizan grandes escenas, resuelven un caso oscuro y desafiante. Brillante guión en el que todo lo que aparece en pantalla cuenta y sobrecogedor testimonio de los vaivenes de la fama y de lo fácil que es desprestigiar a alguien gracias a esa sutil envidia e incredulidad que sentimos, a pesar de que no seamos conscientes, ante gente que consigue grandes cosas.

Nota: 9,9/10 (Lo sé, podría haberle puesto un diez y listo, pero siento que los capítulos que he valorado con un 10 tenían algo especial que este no tiene. Sin embargo, este capítulo es, sin duda, de los mejores y totalmente recomendable)

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