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Sherlock (S.3) o ¿cómo es que no he hablado todavía de las series inglesas? (IV)

Sherlock (Temporada 3):

Año de emisión: 2014
Creadores: Steven Moffat y Mark Gatiss
Lugar de emisión original: BBC
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Perdonad por el retraso en los artículos de este blog, pero me estoy documentando para hablar de esta serie volviendo a ver ciertos capítulos que había visto ya hace tiempo y no tenía recientes y eso hace que últimamente no tenga mucho tiempo para escribir, pero bueno, aquí estoy y os prometo que antes de que acabe julio, tendréis otro artículo.

Crítica:

Otros dos años después salió otra tanda de tres capítulos pero en esta ocasión hay cambios importantes con respecto a la vez anterior. Resulta que la transición entre la 2ª y la 3ª temporada es mucho más marcada que la que hubo entre la 1ª y la 2ª, ya que en la línea temporal de la serie pasaron, de hecho, dos años desde la [minispoiler] supuesta muerte de Sherlock al final de La caída de Reichenbach y el director habitual hasta ese momento (Paul McGuigan) dejó, aparentemente, la serie al no dirigir ningún otro capítulo hasta ahora y ciertos directores relativamente nobeles cogieron el testigo. Sin grandes títulos más allá de El signo de los cuatro (aunque realmente el capítulo no se parezca en nada al original y sea un mero juego de palabras), ¿cómo salió la tercera temporada de Sherlock? Vamos a analizarlo.

El coche funerario vacío:

Resulta que Sherlock, después de fingir su muerte, ha estado haciendo ciertas misiones en el extranjero intentando desactivar la red criminal de Moriarty durante dos años. Al término de esos años, su hermano Mycroft le rescata después de que fuese capturado en una misión en Serbia (creo, si no, inserte país de Europa del Este aleatorio) y le manda de vuelta a Londres, que está bajo una amenaza terrorista recién descubierta por Inteligencia. Mientras todo esto pasa, Watson no ha acabado de superar del todo la muerte de su mejor amigo Sherlock, pero ha conseguido redimirse en el terreno amoroso al conocer y conseguir conectar con Mary Morstan, con la que planea casarse. ¿Conseguirá Sherlock después de dos años convencer a John Watson para que le ayude a investigar la supuesta red terrorista que pretende atentar contra la ciudad del Big Ben en plena noche de Guy Fawkes? El director Jeremy Lovering intenta adaptar con un guión de Mark Gatiss un batiburrillo de escritos de Conan Doyle en este capítulo que pretende reunir de nuevo a los dos protagonistas de la serie mientras introduce nuevas tramas y personajes. Y es que este capítulo hace una especie de collage de tramas en el que, primero, la atención recae en cómo Sherlock intenta reconciliarse con Watson, sin éxito (es francamente gracioso ver la gran diferencia en cómo se lo toma Sherlock y cómo se lo toma Watson y los varios intentos que acaban siempre en h*stias, a pesar de pecar de repetitivos; le aportan un toque de realismo y ayudan a ilustrar el conflicto de Watson durante todo ese tiempo de una manera efectiva, mientras nos muestra su faceta más violenta); después, se centran en el ataque, el secuestro y el rescate de Watson (no está nada mal esta parte: guarda bien la tensión, ayuda también a ilustrar lo que siente Sherlock por John debajo de toda esa capa de indiferencia, nos introduce de manera adecuada del que hablaré más adelante y nos adelanta al siguiente gran villano con mucho misterio e, incluso, de una manera muy tétrica) y acaba con el misterio de la desaparición del metro que conecta con esta red terrorista previamente mencionada (no está nada mal la idea, aunque un poco manida de desaparición de vagones de trenes y metros y el momento en el que intentan desactivar la bomba crea mucha emotividad antes de que se desvele el final). Por otro lado y a modo de cola para unir el collage de tramas, el capítulo nos enseña varias teorías de cómo Sherlock pudo haber sobrevivido a la caída de la azotea (aunque me gustan todas, me tengo que declarar extremadamente fan de la teoría que acaba con una hipotética relación amorosa entre Moriarty y Sherlock). Sin embargo, tenemos un problema. Todas las tramas y partes que conforman el capítulo casan bastante mal y no se ve claro las transiciones entre unas y otras; lo cual acaba causando que el capítulo tenga una estructura muy confusa y liosa, en donde las diferentes piezas no acaban de encajar bien. Pasando al apartado personajes, lo más llamativo es la introducción del personaje conocido como Mary Morstan, interpretado por Amanda Abbington, que encarna perfectamente a un personaje muy entrañable e interesante, con cierto aura de misterio y que establece una química perfecta tanto con Watson como con Sherlock, que llega a rivalizar directamente con la fantástica y retomada química entre Sherlock y Watson. En la ambientación, me encanta que utilizen una celebración con mucha historia y personalidad, como es la noche de Guy Fawkes (ver V de Vendetta es una buena opción para saber más del "remember, remember, the fifth of November"), como eje central de este capítulo. Es, efectivamente, una noche muy misteriosa, tétrica y violenta que cuadra perfectamente con el tono del capítulo. Para cerrar, este capítulo tiene un buen trío de personajes principales, un interesante misterio para resolver y momentos con una tensión y una ambientación muy conseguidas, pero la sensación de que las tramas no cuadran bien y de que, al no haber un villano claro, es un capítulo un poco insustancial rebajan un poco el buen hacer de este capítulo de transición (me acabo de dar cuenta de que estoy repitiendo muchas veces esta palabra y no debería, pero bueno...)

Nota: 8,3/10

El signo de los tres:

El argumento de este capítulo es tremendamente sencillo: John y Mary se van a casar y Watson le pide a Sherlock que sea su padrino. Como padrino, Sherlock debe leer un discurso, pero entre declaraciones emotivas de amistad y anécdotas de casos y eventos del pasado, Sherlock descubre que en la boda se va a producir un asesinato que engloba dos casos que todavía no había logrado resolver y que puede acabar con la vida de un antiguo amigo de John. ¿Cómo se las arreglarán Sherlock, Watson y Mary para resolver el misterio antes de que alguien resulte asesinado en su propia boda? Este es el punto de partida de este episodio (que, curiosamente, no está basado en ningún texto de Conan Doyle y la única referencia a uno de ellos es en el propio título, a pesar de que no sigue en absoluto la historia de la novela a la que hace referencia) en el que el director Colm McCarthy requiere la ayuda de los tres magníficos (Stephen Tompson, Steven Moffat y Mark Gatiss) para que elaboren un guión conjunto que supla la falta de material original. Si antes mencionaba que las tramas del anterior capítulo formaban un collage fallido, las de este capítulo forman un engrudo inconsistente con continuos y demasiados flashbacks. Si bien los de los casos (el del guarda sangriento es bastante interesante, el del Romeo fantasma es muy desafiante y dinámico e incluso el del elefante en la habitación funciona como running gag) funcionan, los de los eventos antes de la boda y el contacto de Sherlock con distintos asistentes a ella no; pero sobre todo el flashback desastroso y fatal es el de la despedida de soltero de Watson. Es una toma insufriblemente larga en el que el hecho de la borrachera que llevaban ambos protagonistas encima no excluye el hecho de que se comporten como unos idiotas sin remedio y, lo peor de todo, sin gracia ninguna. Lo único salvable (y que, de hecho, me hizo cierta gracia) es el hecho de que beban en una probeta y que sólo llevasen dando vueltas dos horas (como siempre, la señora Hudson es el talismán de la buena comedia) Y ESO SON 10 SEGUNDOS DE UN SUFRIMIENTO QUE SE RECREA DURANTE, POR LO MENOS, 15 MINUTOS. Pasando a hablar de los buenos momentos, el misterio del guarda sangriento tiene momentos muy interesantes y ayuda a introducir al gran público otra gran parte de la cultura inglesa como son los guardias del palacio de Westiminister y, sobre todo,se une perfectamente con el misterio del amante fantasma (muy interesante y me encanta la parte en la que Sherlock entrevista a todas las mujeres en su palacio mental: tiene la esencia de un interrogatorio clásico de novela  de detectives pero resulta fresco gracias al carisma y lo que hace diferentes de cada una de las mujeres allí presentes Y YA CUANDO APARECE IRENE ADLER, LA MUJER EN PERSONA, Y MYCROFT ES LA REOCA). El guión consigue hacer que el culpable de ambos crímenes sea el mismo y esté presente en la boda con la misión exprofesa de matar al antiguo amigo y colega de Watson. Pero, bueno, mucho estamos mencionando al amigo de Watson y poco estamos hablando de él. Resulta que este capítulo nos presenta la figura del mayor Sholto (interpretado por Alistair Petrie), un alto rango militar que coincidió con John y que fue considerado un héroe de guerra por ganar una batalla decisiva en la que, sin embargo, las vidas de todos los soldados novatos que le acompañaban fueron sacrificadas. Nos encontramos aquí con un modelo de personaje muy curioso: un "héroe" totalmente apaleado por la opinión pública y por los familiares de los afectados que tuvo que tomar muchos riesgos y no se siente en absoluto un héroe. De hecho, vive como un ermitaño y sólo sale de su metafórica cueva cuando su único amigo John Watson considera el invitarle a una ocasión muy especial. Cuando descubre que se está muriendo y reflexiona sobre el momento de morir y acaba derrumbándose descubrimos un hombre vulnerable después de toda esa carcasa de la filosofía militar y el honor. Por cierto, yo fan de Mary como héroe de acción y su personalidad rebelde (aunque luego descubriremos que esto tiene, de hecho, un sentido).La idea de establecer una boda como la ambientación principal del capítulo puede parecer (y de hecho es) una buena idea al principio pero, después de cierto tiempo, acaba cansando. Con respecto a los misterios me parece que el guión los une de una manera muy inteligente aunque la revelación del culpable me pareció algo decepcionante. Resumiendo, nos encontramos con un capítulo en el que las malas ideas nublan las buenas, divertido, con un guión inteligente, unos personajes que (los que no sobran [lo siento, pero el niño y el ex de Mary no aportan nada]) cumplen bastante bien pero con muchos altibajos.

Nota: 8/10

Su último juramento:

Una política importante contacta a Sherlock Holmes, que lleva un mes desaparecido investigando un caso, y le pide que la ayude ya que está siendo chantajeada por el conocido como Napoleón del Chantaje, Charles Augustus Magnussen, un hombre que parece conocer los puntos débiles de toda la populación de Inglaterra y que se ha convertido en una de las personas más influyentes del país. Cuando intenta colarse en una de las empresas de Magnussen, es disparado de manera casi mortal por alguien que se parece sospechosamente [minispoiler] a Mary. ¿Qué hacía ahí Mary? ¿Tiene algún secreto que ocultar? ¿Cómo podrá vencer Sherlock a este sobrenatural hombre de negocios? El director Nick Hurran (quedaros con su nombre, que lo volveré a mencionar próximamente) hace tándem con el incombustible Steven Moffat para retratar al siguiente gran villano-antihéroe de la serie y dotar de profundidad y historia al personaje de Mary. Curioso porque en este capítulo no hay cadáveres ni crímenes y lo que se investiga aquí es la naturaleza de Mary y de Magnussen en una historia contada a dos tiempos (primero, el allanamiento en la empresa de Magnussen y el descubrimiento por parte de ambos protagonistas de la verdadera naturaleza de Mary Morstan y luego la cena de Navidad de los Holmes goes wrong y la visita a la mansión de Magnussen). De la primera mitad, destacar la gran revelación de Mary (primero en la empresa con Sherlock y después en el edificio donde Sherlock la cita), que constituye una auténtica sorpresa y le da una profundidad y un transfondo necesario a su personaje y, sobre todo, toda la escena donde Sherlock es disparado y está al borde de la muerte. ¿Había mencionado antes lo mucho que me gustan las escenas que toman lugar en el palacio mental de Sherlock (la verdad es que, desde Twin Peaks, siempre me han gustado mucho las escenas onhíricas, aunque éstas no lo sean del todo)? Preparaos para una experiencia inolvidable cortesía de Sherlock y su mente. Primero, los consejos de Molly Hooper (que por fin tiene algo de protagonismo y le hacen algo de justicia a su excesivamente maltratado personaje) y Anderson (que siempre me había dado igual pero desde que se revela como un fan obsesivo de Sherlock me hace cierta gracia) y aquí ya empieza la locura. Perretes Barbarrojas, Mary en todo su esplendor, viento del Este (que viene, que viene, están adelantando algo muy grande y ahí os dejo hasta que hable de ello, con el hype), unas escaleras y ¡¿él mismo intentando calmarse encerrado en una habitación de manicomio con MORIARTY EN PERSONA encadenado y con ganas de hundirle en la miseria?! (wow, this sh*t escalated quickly). Si os gusta lo extravagante y lo psicodélico sin control, bienvenidos a vuestro paraíso terrenal (aunque esto, como ya comentaré, es algo propio del director). Vamos ahora a la segunda parte. Tenemos a un John Watson que, después de reflexionar fríamente, confiesa su amor incondicional por Mary en una escena muy bonita y tenemos a un Mycroft Holmes que confiesa que no puede vivir sin su hermano en una escena más bonita aún (aunque la escena previa de "¿estáis fumando?" "no" "fue Mycroft" sea sencillamente desternillante). Pero todo se va al car*jo cuando un drogadicto químico conocido de Sherlock envenena el ponche y deja inconsciente a todos menos a los dos protagonistas (porque esas cosas pasan). Y todo esto sencillamente porque Sherlock se encapricha con ver la mansión de Magnussen y le tiene que dar a cambio el portátil con todos los secretos de Estado de su hermano (beneficios de tener a un hermano que trabaja en Inteligencia, supongo) al que coloca un rastreador con la esperanza de ponerle una trampa a Magnussen y no ser descubierto por la Policía. Sin embargo, Magnussen lo pilla infraganti e, impotentes, Sherlock y John esperan la llegada de la Policía para ser arrestados. Para hacer tiempo, le piden a Magnussen que les enseñe todos los archivos con los datos comprometidos que usa para sus chantajes y descubren con sorpresa (con regocijo por mi parte) que esos archivos existen sólo en el palacio mental de este genio (no sólo de las finanzas). Es aquí donde vemos al personaje de Magnussen en toda su extensión. Magnussen no es humano y, si adopta esta postura tan dominante, es porque tiene poder de sobra para vencer a absolutamente cualquiera, incluso al genio de Baker Street. En esto llega la policía y Magnussen (interpretado, por cierto, por el hermano de uno de mis actores favoritos [Mads Mikkelsen], Lars Mikkelsen) hace un tour de force presumiendo de su poder. Sin embargo, hay algo que no tiene en cuenta: Sherlock "no es un héroe, es un sociópata bien integrado. ¡Feliz Navidad!" (esa frase me apasiona). Efectivamente, Sherlock es un humano, comete errores y se ve sobrepasado por Magnussen. La única opción viable [minispoiler] era, obviamente, matarlo de un tiro en la cabeza (en este capítulo, parece que todo se soluciona a lo grande). Sherlock iba a ser desterrado, pero es requerido de vuelta cuando Moriarty parece haber vuelto a la carga y el viento del Este sigue aproximándose. Eso fue todo en el episodio que nos presenta al único villano (de momento) que Sherlock Holmes no pudo vencer. Un capítulo que avanza varias tramas, con grandes revelaciones, con una química entre personajes absolutamente irresistible, con momentos súper intensos, unas escenas onhíricas (para mí, los palacios mentales son escenas onhíricas, dejadme tener mis licencias) que son una auténtica pasada, con un villano escalofriante (¿mencioné que él es el principal culpable del ataque a Watson en el primer capítulo?) en su salsa genialmente interpretado y que, al igual que con La caída de Reichenbach lo tiene todo para triunfar y, sin embargo, se queda en un extremadamente meritorio casi, casi, casi, casi perfecto.

Nota: 9,9/10

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