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El día que se perdió la cordura o el buen thriller sigue expandiéndose

El día que se perdió la cordura:

Año de publicación: 2017
Editorial: Suma
Autor: Javier Castillo
Portada:
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Crítica:

Vuelvo a este blog después de mis merecidas vacaciones con la necesidad de hablar de la que fue una de mis mayores sorpresas literarias de este año. Este es un libro que yo tuvo que leer a toda prisa (me lo leí en cuatro días porque, realmente, corría prisa),ya que me enteré de que el autor iba a asistir a una feria literaria en mi ciudad y realmente quería asistir a su conferencia con cierto conocimiento de causa. El ir a la feria fue muy gratificante para mí, ya que me dio la oportunidad de conocer al autor en persona (he de decir que fue muy majo y amable conmigo y tuvo el detalle de dedicarme éste libro y su secuela, que adquirí allí mismo y que tengo unas ganas locas de leer) y de conocer la apasionante historia que rodea a esta novela. Éste es un libro escrito a lo largo de un año por un joven granadino mientras iba a trabajar en el tren y que, desgraciadamente, no consiguió que se lo publicara ninguna editorial. Es aquí cuando el propio autor nos da una importante lección de vida: nunca hay que rendirse. Resulta que Castillo autopublicó su libro en Amazon, donde se convirtió en un auténtico éxito de ventas (esto es una señal más de que las editoriales no son siempre tan justas como deberían), lo cual  hizo que Suma se fijase en él para publicarlo definitivamente. Vamos a hablar de una de las grandes sorpresas literarias del año pasado: El día que se perdió la cordura.

El libro es un thriller contado con tres líneas temporales (ya que tuve la oportunidad de hablar con él sé que se inspiró algo en Joël Dicker, aunque no deja de ser algo ciertamente evidente y no le culpo por ello) en el que las historias de unos cuantos personajes se van entrelazando y sus secretos se van revelando. Dichos personajes se pueden agrupar en tres núcleos: Amanda Maslow y su familia (su hermana Carla, su madre Kate y su padre Steven), el doctor Jenkins y su familia (su esposa Laura y su hija Claudia) y un solitario joven conocido como Jacob.

El primer punto a analizar es el argumento, algo que debería de ser el eje de un thriller. Sorprendentemente, el argumento no es precisamente el punto fuerte de este libro, ya que algunos de los giros que plantea son muy previsibles, incluso para alguien sin mucha experiencia en este terreno como es mi caso. Pero también he de darle algún reconocimiento ya que los giros que no vi venir fueron realmente convincentes y me sorprendieron positivamente (lástima que éstos sólo constituyan poco más de la mitad de los abundantes giros que pueblan esta novela). También me pareció muy interesante y satisfactoria la resolución final del misterio.

Me veo obligado a tratar dos factores que no suelo tener en cuenta en mis críticas, pero que en este libro toman especial importancia: el tono y el ritmo. Este es un thriller con un tono muy adulto ya desde el principio, ya que nos muestra a unos personajes psicológicamente maltratados (como ya comentaré más adelante) y momentos relativamente duros. Sin embargo, este tono se amaina cuando la historia se centra en la familia Maslow de veraneo y pasa a ser un tono bastante familiar y entrañable. Con respecto al ritmo (y al igual que Dicker en La verdad sobre el caso Harry Quebert [van a estrenar ahora una serie de televisión basada en este novelón, así que tendré que verla. Ya os contaré]) los dos primeros actos de la novela tienen un ritmo relativamente bajo mientras se van desvelando secretos poco a poco y se ve incluso más acrecentado este ritmo bajo con los cambios de líneas temporales que segmentan las tramas. Hay, sin embargo, un punto de la novela donde tanto el tono adulto de la misma como el ritmo se disparan y esto sucede a unas 100 páginas de terminar, en el momento del psicólogo. Ahí todo empieza a parecer una película de terror y la locura (muy adecuado el título de la novela), el caos y la tragedia se apoderan de la situación mientras que los personajes se van encontrando y las tramas se van cerrando. Por otro lado, el ritmo se incrementa por 100 al haber persecuciones, enfrentamientos tensos y encontronazos entre todos los personajes.

Algo tenía que tener muy bien esta novela para que me gustase tanto y es que lo que sí borda el autor (atreviéndome incluso a decir que son los mejores personajes que he visto en un libro en mucho tiempo) son los malditos personajes. El contar una historia en tres tiempos viene muy bien, ya que te permite ver una evolución rápida de los personajes y una justificación efectiva para esta evolución. Y la evolución que sufren todos los personajes desde el pasado en el año 96 en tan sólo 17 años es sencillamente bestial. Esta es la clave del libro: cómo cambian las personas que, a causa de las pérdidas, se desesperan y pierden la cordura (las pérdidas y la desesperación son algunos de los temas que trata muy bien la novela, junto con el destino y uno que vamos a ver ahora). Para mí, hay dos personajes en esta novela que, sin duda, se roban el show y esos son Jacob y Steven. WOW. Son dos personajes muy diferenciados y que, sin embargo, son dos personajes de 10 que evolucionan gracias  a las pérdidas. Jacob es un chaval que ha vivido una infancia muy dura (los flashbacks que él protagoniza con su madre y su padre alcohólico son brutales y contribuyen a construir el tono adulto que reina en la mayor parte de la novela. Una parte muy cruda que contrasta de manera brillante la visión del niño con la de la madre y fuerza al niño a madurar y que ayuda a que sea un personaje muy sólido ya cuando los Maslow se lo encuentran. Sin embargo, el personaje llega a su máximo potencial cuando [minispoiler] pierde a Amanda y se decide a [spoiler muy grande] intentar detener a Laura de todas las maneras posibles, acabando [spoiler grande] detenido pero, sin embargo, teniéndolo todo planeado. La historia de amor que tiene es, por fin, preciosa y tiene una buena química con su interés amoroso. Por otro lado, Steven es un personaje con un origen totalmente contrario (padre de una familia maravillosa con un trabajo bastante jugoso) y que cambia radicalmente tras [gran spoiler] no poder evitar la pérdida de una de sus hijas y ser el responsable directo de la pérdida de la otra (o al menos eso es lo que él cree). Steven se ve absolutamente asolado por la culpa y acaba convertido [gran spoiler] en un asesino a sueldo totalmente destrozado teniendo, sin embargo, su arco de redención.

La ambientación es otro de los puntos fuertes de la novela. Puede que el ambientarla en América del Norte sea un poco cliché, pero al ambientarse en tres lugares diferentes (Salt Lake City, Boston y un bosque cerca de Quebec) hace que el mundo se sienta muy extenso y dinámico. También es muy interesante ver la caída al desastre de la Salt Lake City de la novela a lo largo del tiempo.

Resumiendo, esta es una novela con tintes de autores clásicos, entre ellos el fantástico Joël Dicker, pero que se las apaña para tener su propia impronta personal con un tono adulto fantástico, unos personajes destrozados que destacan, una ambientación muy acertada, un estilo de escritura muy correcto y natural, un misticismo escalofriante y un final absolutamente trepidante. Un libro genial que se ve algo perjudicado por sus bajones de ritmo y lo previsible de su argumento en ocasiones, pero que ayuda a expandir nuevamente el buen thriller a territorios mediterráneos. Absolutamente recomendable y con ganas de leer el segundo.

Nota: 9,6/10

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