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Creepshow (1982) o Especiales Halloween 2019 (I)

Aunque parezca mentira, ya hemos llegado a finales de Octubre. Ya se cambió la hora a la de invierno, ya caen las hojas marrones de los árboles, ya la noche empieza a superar al día y eso no puede significar otra cosa que la llegada un año más del Día de los Muertos, la jornada en la que las almas flotan libres en la que todo puede pasar. Si bien la celebración de esta ocasión ha degenerado mucho desde los celtas que la originaron, a mi esta es una época del año que me fascina por las posibilidades que ofrece y es, entre otras cosas, una excusa perfecta para ver productos varios de terror o que traten sobre criaturas espectrales varias, que no es algo que haga mucho el resto del año. Y, dado que la etapa en la que estoy ahora del sistema educativo me deja respirar algo más que en anteriores años, no hay nada que más ilusión me haga que retomar un año más una antigua tradición de este pequeño rincón del Internet en el que escribo mis movidas con la esperanza de que la cifra de lectores suba a las dos cifras (¿qué puedo decir?, los comienzos siempre son difíciles, pero también he de aclarar que me encanta escribir en este blog y, por ende, lo voy a seguir haciendo): un especial bajo el marco del cual subo artículos de cosas que he visto de terror o similares que me han llamado la atención este último año a lo largo de toda esta semana de muertos. Tampoco quiero alargarme mucho y tengo ya ganas de empezar, así que vamos allá. Empezamos fuerte con una joya de terror de los 80: hablemos de Creepshow.

Creepshow:

Año de estreno: 1982
Otras películas interesantes estrenadas ese mismo año: E. T: El extraterrestre, Blade Runner, La cosa, Poltergeist
Póster:

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Crítica: 

Realmente, el caso de esta película es curioso ya que está enmarcada en un año (el 82) en el que, por casualidad o no, se estrenaron dos películas aparte de esta que se convertirían en grandes clásicos del terror de todos los tiempos y que atraerían a grandes figuras del cine de la época. Mientras que Steven Spielberg (director de aquella de Indiana Jones y el arca perdida, Tiburón y El demonio sobre ruedas), Tobe Hooper (el director de La matanza de Tejas) y Jerry Goldsmith (el compositor de Chinatown, El planeta de los simios, Star Trek y Alien, el octavo pasajero) estaban liados haciendo Poltergeist y John Carpenter (director de Halloween, La niebla y 1997: Rescate en Nueva York) y Ennio Morricone (compositor de Por un puñado de dólares y El bueno, el feo y el malo) se concentraban en La cosa; George A. Romero (el director de La noche de los muertos vivientes y Zombi) y Stephen King (el escritor de varias novelas clásicas de terror como Carrie, El misterio de Salem`s Lot El resplandor) se reunieron y planearon maliciosamente cómo hacer una película que fuese, al mismo tiempo, un homenaje a algo que les marcó la infancia y algo que revolucionara totalmente el género, volándole a todo el mundo la cabeza de paso. Si el año pasado en este blog los dos pirados revolucionarios eran Joss Wheedom y Drew Goddard con La cabaña en el bosque, preparaos para conocer a sus homólogos de los 80: George A. Romero y Stephen King presentan Creepshow.

La película, como ya señalé, es un homenaje: en concreto a unos cómics con historietas de terror publicados por EC en Estados Unidos en los años 50 y que se entiende que marcó a estos dos genios del horror en sus años mozos. El argumento de la película es insultantemente simple, pero es parte de la gracia: un padre algo tradicional confisca un cómic de terror que estaba siendo leído a hurtadillas por su hijo y lo tira a la basura. La cámara sigue entonces a una figura esquelética y fantasmagórica (la del póster) que coge el cómic de la basura y lo empieza a hojear. El resto de la película va a consistir en una adaptación dramatizada de cinco de las historias que ahí hay, poniendo el foco en los anuncios y las secciones que había por el medio de la revista como intermedio entre dos historias, con una sorpresa final.

La primera historia es El día del padre, en el que una familia noble celebra el día del Padre como todos los años y todo parece normal hasta que la tía Bedelia, que había matado a sangre fría a su padre (una mala pécora que había mandado matar a su anterior marido porque no le gustaba) unos años antes, se retrasa más de lo debido. En la segunda, La muerte solitaria de Jordy Verill, un granjero ingenuo y torpe recoge un meteorito que había caído en su finca, con tan mala suerte que acaba rompiéndolo, liberando una misteriosa sustancia azul. La tercera, La marea, se centra en la horrible venganza que Richard lleva a cabo contra su esposa y un hombre con el que le estaba siendo infiel y sus fatales consecuencias. En la cuarta historia, La caja, un conserje en una universidad llamado Mike pide ayuda al profesor Stanley para que le ayude a averiguar lo que hay dentro de una caja que se ha encontrado en el hueco debajo de unas escaleras y que parece provenir de una misteriosa exploración científica llevada a cabo en el siglo XIX. La quinta, La invasión de las cucarachas, se centra en un pérfido hombre de negocios, Upson Pratt, que se aisla en una cámara cerrada para así poder librarse de la suciedad y los insectos, dos cosas a las que tiene verdadera fobia.

Estas historias están bastante bien elegidas porque aportan variedad en tres campos: criatura a la que se tienen que enfrentar, ambientación y clase social de los personajes y maneras en las que se manifiesta el miedo. En la primera, la historia tiene lugar en casa de un noble muerto, con todo lujo de detalles y, realmente, a través del interesantísimo personaje de Bedelia se ve un miedo al pasado, a lo que hizo, que pasa del arrepentimiento al convencimiento constantemente. En la segunda historia (basada en un escrito de King) pasamos a un ambiente radicalmente distinto: una persona pobre, sin muchos recursos físicos ni mentales que vive aislado en una casa en uno de esos ambientes rurales que a King le gusta explorar de cuando en cuando. Su personaje principal, y esto va a tardar en vislumbrarse, tiene un respeto tremendo por su padre y, como no le salen bien las cosas, tiene miedo a seguir defraudándole, cosa que sin embargo no puede evitar hacer vez tras vez. En el tercero, volvemos a la comodidad económica y nos alojamos en un ambiente costero paradisíaco que no tardará en volverse un verdadero infierno. Richard es un castigador implacable y, sin embargo, después de conseguir su hazaña, no puede evitar el convencimiento de que algo malo le va a pasar por lo que acaba de hacer, bien sea por su conciencia o por que esté convencido de que algo más allá de su control quiere destrozarle por sus actos. Un vengador paranoico con la venganza. En el cuarto relato, nos trasladamos a un ambiente intelectual, de prestigio, como es una conocida universidad. El factor del miedo es un poco más complejo de analizar aquí, pero yo considero que Stanley siente miedo hacia sí mismo y lo que es capaz de hacer. Después de un pasado difícil, duda por algunos instantes si lo que vio fue real o si realmente ha matado a esa persona y su mente le engaña. Un también muy interesante estudio de personaje es el que se desarrolla en este capítulo. La última historia juega mucho con la ambientación. El lugar es claustrofóbico y está organizado por un maníaco. Lo que se tratan aquí son los miedos irracionales que siente el protagonista a cosas de la vida cotidiana: la suciedad, los bichos... y como puede con él totalmente. El prólogo y el epílogo pueden considerar una sexta historia en la que presenciamos el modo de pensar de una familia tradicional como las que clausuraron la publicación de este cómic en aquellos lejanos años 50. Ninguno de los personajes tiene ningún miedo, pero se resalta lo peligroso de los niños: su imaginación desbordante y, sobre todo, el cómo dicen y hacen cosas sin pensar, por instinto.

Pues, ya puestos a elegir, he de decir que, de las seis, las que más me gustan son la primera, la tercera y la cuarta. Especialmente, la cuarta es mi favorita sin lugar a dudas. Me encanta cómo se juega con la duda de si los personajes serían capaces de hacer determinadas burradas y como el monstruo puede no existir, sino estar en su propia cabeza. Un buen recordatorio de que, a veces, los peores monstruos son los humanos (si bien este puede tener varias interpretaciones, cada uno puede sacar una conclusión diferente).

Pero, bueno, he hablado ya suficiente de las partes por separado y voy a tratar, por último, todos los aspectos que hacen que la película se mantenga en pie, tenga una coherencia y sea, de hecho, muy divertida de ver. Vayamos por partes.

Una de las cosas que hacen a esta película tan original es que el ser una adaptación de un cómic se lo toma muy en serio. Antes de las historias, hay secciones muy bien animadas en las que se nos presenta el prólogo de la historia acabando con un plano de la primera viñeta que, poco a poco, se va volviendo real. Ya sólo esto es sencillamente genial y te mete en el mundo de la película muy rápidamente. Pero es que esto no es todo. Entre historia y historia, la película va hojeando el cómic centrándose en los anuncios y secciones que podría tener un tebeo de la época. Sin tratar ahora lo hilarante de su contenido, la forma de estos fragmentos es genial y realmente recuerda a esos cómics de antes. Pero es que, encima, en medio de los fragmentos en el mundo real, la película introduce bocadillos de pensamiento, flashbacks rodeados por viñetas, un fondo colorido y exagerado resaltando lo sorprendente y terrorífico de la criatura en cuestión... Estos detalles están muy bien cuidados y le dan a la película una verosimilitud y una originalidad fantástica.

Realmente, por mucho que podáis pensar que esta es una película de terror 100%, no lo es, ya que tiene una elevada proporción de comedia y la risa y el horror se reparten inequitativamente por los diferentes relatos. Realmente los dos primeros son más cómicos: entre el humor visual del primero con su magnífico final y el humor que producen los gestos y la actitud del protagonista del segundo. En los otros tres prima más el terror, que puede ser más psicológico o más práctico. Esto no está tan mal pensado. Así, el público entra bien en la película y se relaja y no se espera lo que está por llegar. Pero es que, además del humor dentro de las historias, hay humor fuera de ellas. Si tenéis algo de nivel de inglés y podéis parar la película cuando se centre en los interludios, hacedlo que es una crítica genial a la sociedad americana: entre un sorteo para un rifle, unas gafas de rayos X para os podéis imaginar qué, unos cigarrillos explosivos para dejar de fumar, un curso para ponerse cachas y reventar a los bullies del colegio... Es sencillamente genial, porque es una parodia pero es algo que podría llegar a ser visto en una revista así. Incluso los basureros al final hablan de ellos.

Hablemos ahora del nivel actoral. Realmente la película es muy inteligente en este aspecto. Los actores lo dan todo y a veces están sobreactuados pero cuadra con la exageración recurrente de los tebeos. Realmente todos los actores principales se camuflan muy bien con sus personajes, incluido un sorprendente Stephen King que lo clava como Jordy Verill y un Leslie Nielsen, que es normalmente asociado con lo cómico y lo adorable haciendo de un "malo" que impone e impresiona. Los actores están igual de convencidos con este proyecto que los tarados creadores y eso se nota.

Un elemento del que no suelo hablar cobra especial relevancia en esta película: el maquillaje y los efectos prácticos. La película tiene ya 37 años (más de una tercera parte de siglo) y se arriesga a que sus efectos queden absolutamente obsoletos a día de hoy y, sin embargo, esto no pasa porque supieron dar importancia al maquillaje y los efectos prácticos con mucho arte. La mayoría de criaturas consiguen superar el paso del tiempo y verse bien a día de hoy sin dejar de lado cierto factor cutre que también ayuda a transmitir el estilo de los cómics de ese tipo.

Por último, destacar la banda sonora. No voy a hablar mucho de ella, pero ayuda a construir ambiente bien, varía lo suficiente entre una canción y otra para que valga la pena pero se mantiene firme a un estilo absolutamente memorable.

Antes de acabar, también hay que añadir que esta película sentó escuela en dos terrenos diferentes de lo innovadora y rompedora que fue. Primero, inició la moda de las historias cortas de terror como producto audiovisual, dando lugar a recordadas series de televisión como Pesadillas o Are you afraid of the dark? o a películas recopilatorias como VHS en las siguientes décadas. También dio la idea de seguir adaptando cómics de esta editorial, lo que causaría el nacimiento de otra famosa serie de televisión: Historias de la cripta, que marcaría también la siguiente década.

Para resumir, Creepshow es una película que los creadores estaban convencidísimos de hacer con unos actores geniales, unos detalles técnicos espectaculares y una variedad entre historias satisfactoria. No es que sea lo más aterrador del mundo, pero funciona y, a veces, te deja pensando; si bien lo más importante es la diversión y el humor que florece de forma natural en este terror exagerado ochentero. Diferentes maneras de temer desarrolladas en una película adelantada a su tiempo con unos creadores que son unos maestros del género. Realmente el slogan tiene razón: te lo vas a pasar en grande mientras te asusta. Toda una joya para esta especial semana que prácticamente no ha envejecido y sigue siendo igual de disfrutable que en aquel terrorífico año 82.

Nota: 9,2/10

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