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Doctor Who (el resto de episodios del Décimo Doctor) o el retorno de las series inglesas

Doctor Who (Temporadas 3 y 4 y especiales previos a la 5 de la serie moderna):

Años de emisión: 2007-2010
Showrunner: Russel T. Davies
Lugar de emisión original: BBC
Logo:

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Crítica:

Estas últimas tres semanas he estado algo ocupado. Se ha juntado el comienzo de una nueva etapa educativa en mi vida (eso sí, de momento relajado) y el atracón que me estoy haciendo de películas y series para poder traeros el especial de premios cinematográficos y el especial de Halloween en perfectas condiciones. De momento, y para suavizar la espera, he decidido informar de los progresos que he hecho con respecto a esta fantástica serie del otro lado del canal de la Mancha. Sencillamente para generar algo de hype, comentar que fue al ver cómo se ha cerrado el arco del décimo doctor cuando me di cuenta no sólo que ésta era mi serie favorita (por ahora) sino también que David Tennant (el actor escocés que interpreta a este doctor en concreto) era mi actor favorito (he de decir que esta última tiene algo de trampa ya que lo que más convence de él es la variedad de registros que alcanza en sus diversos trabajos; puede pasar de interpretar al héroe protagonista en esta serie a hacer genialmente del villano en la primera temporada de Jessica Jones o a doblar animación perfectamente en el divertidísimo reboot de Ducktales, entre otras). Sin alargar esto más empecemos (si no tenéis ni idea de qué va la serie os recomiendo leer antes el anterior artículo sobre esta serie que fue subido al blog hace poco más de un año).

Temporada 3:

Después del especial de Navidad de la temporada anterior, el Doctor se da cuenta de que necesita superar cuanto antes la separación forzada de su anterior compañera Rose Tyler y así solucionar su grave problema de soledad, ya que esto le está empujando a pensar de una manera más radical y cruel y teme en lo que se pueda convertir. Desesperado, acaba llegando a un hospital y se encuentra con la que será su nueva acompañante, una muy espabilada estudiante de medicina que se encuentra haciendo prácticas en ese edificio llamada Martha Jones.  No tardará mucho en experimentar su nueva aventura ya que el hospital es trasladado a la Luna por los Judoon (una especie de rinocerontes antropomorfos que actúan como una fuerza policial interespacial) por motivos de seguridad, ya que planean realizar una redada en búsqueda de un chupasangres alienígena que se está alimentando de los pacientes ahí alojados. Martha se va a quedar fascinada con el doctor y le acompaña a sus alocados viajes, solucionando así su gris estado anímico. Con lo que no cuentan es que se van a encontrar con una némesis que está al mismo nivel que él y que lo va a perseguir durante bastante tiempo...

En esta temporada, se puede notar un sutil incremento en el presupuesto, que hace más creíble la muy bien elegida ambientación tanto pasada (finales del siglo XVI, los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial o los años 30 en los Estados Unidos) como futura (una nave distante en un punto temporal indeterminado o la última gran civilización del universo en billones de años en el futuro).

Con respecto a los episodios, esta temporada arranca fuerte con el que sea posiblemente la mejor introducción de un acompañante hasta la fecha. Smith and Jones (voy a poner los títulos en inglés porque las traducciones y el doblaje en español de esta serie en esta etapa es pésimo), cuyo argumento ya expuse en el primer párrafo, es un episodio que se deja llevar por la locura controlada de su premisa inicial y divierte a raudales con un ritmo frenético y una presentación fantástica de Martha y de sus características y habilidades y de los Judoon, que van a volver a aparecer más veces en posteriores temporadas. A partir de ahí, los episodios se van sucediendo unos mejores que otros pero con una garantía de entretenimiento que cumplen sin excepciones.

Algunos de los capítulos que salen mejor parados son el segundo (sin tampoco añadir mucho a la mesa, es un capítulo entretenido y bien realizado con respecto a la ambientación y la labor actoral, una sólida segunda aventura), el tercero (reconozco que este es un placer culpable mío, ya que tampoco pasa en él nada de interés, pero sencillamente me gusta la sociedad futura que sugiere con lo de los atascos infinitos y las drogas emocionales; me parece un buen comentario de algunos aspectos de la sociedad actual), el séptimo (una historia emocionante y sencilla pero muy bien contado en una nave en algún punto indeterminado del espacio-tiempo en la que vemos al Doctor sufrir como nunca antes; esto es algo que se va a repetir en los siguientes capítulos) y los últimos capítulos, que constituyen el único especial de tres partes hasta la fecha en la serie (el primer capítulo nos vuelve a introducir al Capitán Jack Harkness en la historia, lo cual es siempre una buena idea; está muy bien ambientado y tiene un final de infarto, en la que las sólidas creencias del Doctor saltan por los aires; el segundo juega brillantemente con el personaje interpretado por John Simm, que derrocha carisma al igual que una locura incontrolada que resulta algo intimidante y prepara todo para un final de leyenda y el tercero, que embarca a Martha en una odisea épica para salvar la situación [por si alguien todavía dudaba que Martha era una acompañante a tener en cuenta, aquí lo demuestra con creces] llena de peligros, tensión, aliados y enemigos; a pesar de que el final en sí resulta algo forzado incluso para los estándares de esta serie, este viaje de dos horas siempre me ha parecido satisfactorio).

La cuidada ambientación que mencioné previamente incluso ayuda a rescatar a medias a episodios que no funcionan del todo como es el caso de los capítulos cuarto y quinto (si bien la historia se desinfla con rapidez y no hace honor del todo a la figura de los Daleks, la decisión de ambientarlo en la época de los primeros rascacielos y de las mil chabolas o Hoovervilles, en las secuelas del Crack del 29 y una ciudad llena de contrastes es una muy buena idea y aporta al capítulo algo de interés que realmente se agradece). Si tengo que señalar el peor capítulo, posiblemente sería el sexto (la historia está ya muy vista, los efectos no dan para hacer creíble la criatura en cuestión y tampoco aporta mucho a los personajes, pero al menos es entretenido).

Pero ahora toca hablar de los capítulos que me he saltado. Son mis favoritos de la temporada y lo eran de la serie hasta que vi la siguiente temporada. Van los tres seguidos y los voy a llamar por su nombre. Hablemos de Human nature, The family of blood y Blink.

Los dos primeros son un especial de dos partes que sitúan al Doctor y a Martha en 1913 en una especie de academia militar que parece estar entrenando a jóvenes para la guerra que se avecina. Sin embargo, el Doctor, bajo el nombre de John Smith parece haber sufrido amnesia y vive como un humano normal, ejerciendo como profesor de tiro en la academia y enamorándose perdidamente de una chica llamada Joan. La que no parece haber olvidado nada es Martha, que se ve obligada a vivir la difícil situación de ser una criada a principios del siglo XX e intenta convencer a Smith desesperadamente de quién es realmente, sin conseguirlo. ¿Tendrá esto que ver con un misterioso reloj de bolsillo y un OVNI con luces verdes que se divisa en el cielo? En el primer capítulo, el rol protagonista lo comparten Martha, un chaval de la escuela y la amenaza de este especial, que no se va a desvelar del todo hasta el final. Martha investiga los alrededores para encontrar algo que pueda solucionar la situación, sin éxito. Tampoco parece notar la llegada de una nave alienígena que parece poseer a uno de los alumnos de la escuela hasta que ya es demasiado tarde. Acaba llegando a la conclusión de que ese misterioso reloj de bolsillo que lleva Smith consigo va a ser clave para salir de ahí y que todo vuelva a la normalidad. Sin embargo, ese reloj lo robó previamente un alumno pequeño de la escuela que parece oír unas extrañas voces que salen de él. Las posesiones aumentan y la familia de sangre parece formarse e ir detrás de John Smith y su reloj. Las cosas se ponen feas cuando Smith y su cita, Martha y el chaval coinciden en una fiesta y sufren una emboscada por parte de esta atípica y aterradora familia. El chaval, por cierto, está interpretado por Thomas Brodie-Sangster que aparece en este capítulo poco después de hacer al hermano mayor en La niñera mágica y antes de aparecer en Juego de Tronos y coprotagonizar la trilogía de El corredor del Laberinto. (Pequeño paréntesis, os lo podéis saltar si queréis: algo que siempre me ha llamado la atención de este hombre es que siempre parece mucho más joven en sus papeles de lo que verdad es: en La niñera mágica el personaje tendría, como mucho, 10 años y el actor tenía 15; en este capítulo, debería tener como mucho 15 y tenía 17 y en la primera película de El corredor del Laberinto el personaje tendría 18 o 19 como mucho y él tenía 24. Realmente fascinante...). El caso es que este primer capítulo va construyendo el misterio poco a poco con un halo enigmático bien construido con una cámara que va saltando hábilmente de un personaje a otro para que así podamos ver la historia desde diferentes e interesantes perspectivas, lo deja todo perfecto para un apoteósico final en la segunda parte. Y efectivamente, The family of Blood no decepciona. En él los alumnos y profesores se refugian en la academia y son asaltados por esta familia alienígena. Con el tiempo, John Smith se va dando cuenta de su verdadera identidad y se debate entre volver a ser el viajero del espacio-tiempo que siempre fue y vivir feliz con su amor siendo un humano corriente. Ya esto de por sí es maravilloso. El ataque está bien grabado y está lleno de tensión y sorpresas. A una escala más pequeña, el personaje interpretado por Brodie-Sangster sufre una angustiosa persecución dentro del edificio por parte de uno de los malos. Y ahora vamos al momentazo. John Smith se da finalmente cuenta de quién es en realidad. El personaje se derrumba, indeciso, el Doctor está destrozado una vez más. La lucha interna que tiene en su interior es intensa hasta decir basta. Y DAVID TENNANT LO CLAVA. Por si me quedaba alguna duda de que Tennant es un actorazo, aquí se sale. Por si el destrozado corazón de los espectadores no tuviese suficiente, llega el auténtico final. La familia de sangre sufre la ira del Doctor. Este es un concepto que saldrá muy de cuando en cuando. Pero si creiais que lo que se vio en en el Especial de Navidad de la anterior temporada era la verdadera ira del Doctor, más te vale pensarlo otra vez. Este hombre tiene el poder de un dios y puede ser un auténtico psicópata cuando se enfada de verdad. Afortunadamente, solo castiga a personas que lo merecen, por ahora... Esta peligrosa faceta del Doctor va a ser explorada en posteriores capítulos y va a dar mucho, pero que mucho juego. Por otro lado, tenemos el final del personaje de Brodie-Sangster. Es BRILLANTE. Es PRECIOSO. Podría seguir alabándolo pero ya iba a quedar el artículo muy largo.

Y, ya que en los anteriores capítulos descubrimos varias facetas nuevas del Doctor, en este capítulo no lo vamos a ver aparecer prácticamente. Vamos a comentar la genialidad que es Blink. Este capítulo pertenece a una categoría de episodios que se van a ir repitiendo una vez por temporada en esta serie y esos son los capítulos en los que el Doctor se desentiende del rol protagonista y se les da la oportunidad de brillar a su acompañante o, en su defecto, a nuevos personajes. Y no, en este capítulo no vamos casi a verle el pelo a la pobre Martha. En su lugar, la historia se centra en Sally Sparrow, una joven londinense corriente que va a explorar una casa abandonada a las afueras y allí se encuentra un mensaje de alguien que afirma llamarse el Doctor y que parece saber exactamente quién es y lo que está haciendo. Al día siguiente, regresa allí con su amiga Kathy y asegura que una estatua se ha movido misteriosamente. Poco tiempo después, Kathy desaparece al mismo tiempo que Sally recibe un misterioso mensaje que le envía Kathy desde un sitio a kilómetros de allí ¿en el año 69? a través de su ¿nieto? ¿Tendrá esto que ver con unos mensajes grabados con el que el hermano de Kathy, Larry parece estar obsesionado? Este es, posiblemente, el principio más intenso que se recuerda en la serie y esta energía no la van a desaprovechar en absoluto. Medio capítulo fácilmente se dedica a enseñarte el monstruo sin que se sepa qué es o qué hace, haciendo crecer la tensión y la intriga de una manera fascinante. Y esto no es lo mejor: lo mejor de la historia es el guión y los personajes. Empecemos hablando de lo último. A estas alturas en la temporada, es una decisión muy inteligente introducir a personajes nuevos ya que los protagonistas ya no nos sorprenden tanto. Y Sally y Larry son un acierto brutal, ya que después de todos estos poderosos protagonistas que hemos estado viendo dos personajes mundanos y corrientes son un soplo de aire fresco, un espejo en el que el público se puede mirar, unos zapatos que el público puede calzar, un personaje que no nos viene grande. Sally (y en especial Larry) son dos personas escandalosamente corrientes, que no tienen ningún punto fuerte en especial y que, sin embargo, intentan hacer lo correcto a su manera. Son naturales y el humor y el encanto salen de manera natural, avalados por una gran pareja actoral protagonista. Nos enseñan que para ser un héroe no hace falta vivir grandes aventuras cada día. Y hablemos de los malos, por favor. [Ojo, spoilers de aquí en adelante] Steven Moffat es un genio haciendo monstruos a partir de cosas simples que se quedan en la memoria. ¿O es que cualquiera que haya visto la serie no relaciona inmediatamente una máscara de gas con aquel maldito niño de la primera temporada? Probad a olvidaros de aquellos geniales robots vestidos con ropajes del siglo XVIII de la segunda. Y aquí lo borda una vez más inventando una nueva criatura y metiéndola en el lore de la serie casi 50 años después de su comienzo, creando así un clásico instantáneo. La idea es relativamente sencilla pero brillante: son estatuas que se mueven y que, al tocarte, te mandan atrás en el tiempo a una época indeterminada. Se alimentan de la energía temporal que se genera por este proceso y te hacen perder toda una vida y tener que empezar desde cero y ya estarás muerto para la gente del presente. Terrorífico. Fascinante. Brillante de todo punto. Y ahora la guinda: el guión. Moffat coge ideas difíciles y las hace fáciles. Te saca de un laberinto complejísimo con una rapidez y efectividad que hay que pararse a pensar después de ver el capítulo unos cuantos minutos para darse cuenta de hasta que punto todo encaja y parece tener sentido en una historia que no debería de tener ni pies ni cabeza. Es posible que en este capítulo en concreto algunos pequeños detalles chirríen, pero el hacer que el 90% de esta enrevesada y maravillosamente complicada historia funcione tiene un mérito impresionante (de hecho, le dieron un BAFTA merecidísimo por el guión de este capítulo). Un capítulo ideal para cualquiera que empiece a ver esta serie desde cero ya que no se centra para nada en cualquier cosa que se haya visto antes con unos personajes y unos monstruos que no van a dejar tu memoria, una ambientación cuidada al máximo y un guión tan perfecto como el rombo que forman los Ángeles alrededor de la caja. Una maravilla que deja pensando .

Como me he enrollado mucho y no quiero eternizarme, voy a acabar esta parte del artículo rápidamente con un resumen de lo que es esta temporada.

Con una mejora clara en el apartado gráfico, un cambio en parte del casting que se agradece, esta temporada deja mejor sabor de boca que las dos anteriores. David Tennant está mucho más suelto y lo clava, Freema Agyeman interpreta a una acompañante ciertamente interesante (a pesar de lo terrible de su atracción amorosa forzada con el Doctor, es una acompañante con mucho carácter y habilidades que se ve en todo su esplendor en la mitad final de la temporada y alguien a tener en cuenta) y se introducen conceptos claves en la serie que dan mucho juego. Si bien a veces naufraga en su propia ambición (los Daleks no se merecían esa historia y el capítulo final es un poco tramposo), ésta también hace que brille (la fantástica trinidad de esos tres grandes capítulos consecutivos [8,9 y 10] o la brillante introducción de la gran nemésis del Doctor son solo algunos ejemplos). Una temporada arriesgada, con muchas ganas y personalidad que echa toda la carne al asador y que supone no sólo un salto de calidad sino también la implantación definitiva de la etapa moderna de Doctor Who.

Nota: 9,25/10

Temporada 4:

A Donna Noble, la acompañante del Doctor en The runaway bride, cada vez le cuesta más enfrentar los sinsabores de su vida diaria. Fracasa estrepitosamente en encontrar un trabajo estable y ha de soportar los continuos ataques de su madre Sylvia al ver que su hija no es capaz de hacer nada de provecho. Su único consuelo es su abuelo Wilfred, "Wilf", que intenta animarla siempre que puede. Después de afirmar haber visto un alien (evento que ya vimos en Voyage of the Damned), vive obsesionado con ellos y se pasa el día mirando por su telescopio para poder volver a ver uno. Esto le trae a Donna recuerdos de cuando estuvo con el Doctor y, si bien había rechazado su ofrecimiento para que le acompañase a largo plazo ya que le aterrorizó lo cruel que era y lo afectado que estaba cuando le había conocido, se lo vuelve a pensar y decide investigar cosas raras con la esperanza de, así, volver a toparse con él. Parecen estar destinados a reencontrarse en la empresa Adipose, en la cual se fabrican en masa unas pastillas antigrasa que parecen ser demasiado efectivas. Pronto se encontrarán y descubrirán que ésta es el tapadero para una curiosa raza alienígena. El Doctor, después de lo poco que le duraron sus anteriores acompañantes (Martha y, sobre todo, Astrid de The voyage of the Damned), parece algo reticente a aceptar otro acompañante a su lado, pero el entusiasmo incontrolable de Donna no tardará en convencerlo. Lo que no sabe es que su tiempo como Doctor está por acabarse en una amenaza gigantesca que pondrá en jaque no sólo a la Tierra sino a todo el universo en jaque...

En la anterior temporada destacaba el primer capítulo ya que me parecía una locura sorprendentemente muy bien pensada, muy entretenida y muy eficaz a la hora de presentar a Martha. Pues bien, aquí tengo que destacar el primer capítulo... para mal. Hacía tiempo que no veía la serie y vi este capítulo con muchas expectativas, quizá demasiadas. Pero es que en este capítulo había muy poco salvable. Se pasan demasiado tiempo con esta tontería de que Donna y el Doctor están a punto de encontrarse pero no. Esto, más que construir ganas o tensión, cansa a las primeras de cambio y da una vergüenza ajena considerable. El humor aquí brilla por su ausencia, por mucho que lo intenten. Sin embargo, he de hablar de un momento que sí que es gracioso por derecho propio, rozando lo icónico. El encuentro definitivo, en un forzado silencio, a través de las ventanas es graciosísimo. Lo único que merece realmente la pena del episodio. Porque el otro gran problema de este capítulo son los adversarios: los adiposos. No sé si quisieron hacer una creativa manera de crítica a las empresas farmaceúticas, unos bichos adorables o unos depredadores amenazantes, pero no funciona en ninguna de las tres variantes. No causan ninguna reacción más allá de la incomodidad o la total indiferencia. Exceptuando el bonito momento al final con el abuelo, el resto del capítulo no emociona, no provoca casi  ni risa ni el más mínimo sentimiento de tensión o aventura. Se me quedó una cara de tonto mientras lo veía que era para grabarla. A pesar de que hay gente que le gusta y sería injusto que no se le diese una oportunidad, este es, para mí, el peor capítulo de Doctor Who hasta la fecha.

Sin embargo, la serie parece anotarse este dato y, a partir de aquí, consigue, salvo un par de excepciones ir subiendo la calidad de los capítulos de una manera uniforme y satisfactoria, haciendo que especialmente la segunda mitad de la temporada sea un más que digno final a la era de Russel T. Davies, el hombre que devolvió a Doctor Who a la palestra con un éxito innegable. De la primera mitad, son realmente destacables los capítulos dos (el viaje a la Antigua Pompeya es posiblemente lo más lejos en el pasado que la TARDIS ha viajado en la era moderna de la serie y esta localización da pie a un capítulo interesante y entretenido que curiosamente introduce a la serie a Peter Capaldi [el duodécimo Doctor] y a Karen Gillan [Amy Pond, una de las acompañantes del undécimo Doctor] interpretando otros personajes; el final trágico que juega con la ética de Donna y el duelo interno de un Doctor que cada vez se está volviendo más caótico es la mejor parte del episodio sin duda), el cuatro y el cinco (un episodio dividido en dos partes que marca el regreso triunfal de Martha a la serie y que hace realmente dudar a Donna si el miedo de su familia a perderla para siempre está justificado. Ya con esto el episodio es interesante, pero se le añade a esto la introducción de una raza alienígena que puede dar mucho juego, un cameo con mucha tensión de Wilfred con mucha tensión, una improbable historia de redención, un sentido del humor genial y un poco de crítica social hacen de esta combinación una receta clásica de gran diversión y calidad que se disfruta; esta fue realmente la historia que me metió de lleno en la temporada) y el séptimo (un sentido y con mucho criterio homenaje a los misterios de Agatha Christie en la que los actores están genial, el duo protagonista tiene una química genial y sirve como una versión poco profesional de Poirot y Marple realmente encantadora y cuyo guionista parece saber bastante del tema y da una versión a su manera de los hechos de, posiblemente, el mayor misterio relacionado con Agatha Christie, pero en la vida real; que el monstruo sea poco original es lo de lo menos). Los que no he mencionado (el tercero y el sexto) no es que los odie pero no presentan ninguna  característica resaltable ni para bien ni para mal; me dejaron un poco indiferentes.

Pero ahora vamos al turrón. La segunda mitad de la temporada: la joya de la corona. Preparaos para un viaje de vértigo con cuatro paradas: Silence in the Library, Forest of the Dead, Midnight y Turn Left . Cuatro capítulos que, de alguna manera o de otra, se acercan a la perfección de maneras tan geniales como arriesgadas y que, vistos de corrido, son una auténtica experiencia. Allons-y!

Silence in the Library y Forest of the Dead son la aportación de Steven Moffat a esta temporada. El punto de partida es relativamente simple: Donna y el Doctor llegan en un tiempo futuro indeterminado a la biblioteca más grande del espacio, donde tienen cabida todos los ejemplares jamás publicados. Sin embargo, y misteriosamente, parece no haber ni un alma allí, cosa poco habitual. Lo que no saben es que están siendo vigilados por una niña que parece tener constantes visiones de lo que en ese lugar acontece. No tardarán ellos dos en encontrarse con una patrulla del espacio. Una de sus integrantes, River Song, insiste en que conoce al Doctor pero, al no conseguir que el Doctor la recuerde, asumen que se encontrarán en un futuro. La patrulla advierte de que han recibido una llamada de  socorro de unos miles de personas presentes en la biblioteca. Sin embargo, el ordenador central insiste en que esas personas han sido "salvadas". Una oscura amenaza les acecha... Como ya hablé mucho de Blink, en esta ocasión voy a intentar concretar. [spoilers a partir de este punto]. Moffat, como siempre, sabe escoger muy bien sus monstruos y suele aprovecharse de algo simple pero fascinante: los miedos cotidianos. ¿Y qué hay más cotidiano y racional que el miedo a la oscuridad que ampara a lo desconocido? Los Vashta Nerada, los voraces habitantes de la oscuridad son la amenaza ¿a batir? de este episodio. Lo más curioso de estos bichos no es sólo que vivan en la oscuridad sino  que se pueden desplazar en pequeñas ínsulas de oscuridad. ¿Y qué porcion de oscuridad nos acompaña allá donde hay luz? La sombra. El dicho de no te fíes ni de tu propia sombra se vuelve tétricamente real en esta opresiva y agobiante batalla por la supervivencia en la que los caídos se convierten en amenazas. Y Moffat le añade dos factores a esto para que sea aún más vibrante. Los angustiosos y claustrofóbicos pasillos de una infinita biblioteca y el frustrante hecho de que su vida depende de una niña que no sabe si lo que está viendo es una delirante fantasía o una amenaza real. Y para que no se le salga a uno el corazón del pecho, hay ciertos interludios con tintes trágicos para bajar un poco el ritmo y destrozar al ya debilitado espectador. A destacar dos en la primera parte: la primera muerte, que es una desgarradora lección de que a la gente que lo da por nosotros hay que recompensarles con pequeños grandes gestos de apreciación que no cuestan nada y luego tenemos, haciendo real sus peores temores, la desaparación de Donna. Y si esto fue la primera parte, ojo con la segunda que está contada desde tres perspectivas: la de Donna, que acaba en un mundo perfecto en el que es una pletórica madre y esposa y en el que sin embargo ciertos detalles y cierta presencia vestida de negro anticipan que algo no va bien; la del Doctor y el resto de supervivientes que siguen en una persecución contrarreloj y la de la niña que se apabulla por los cada vez más crípticos mensajes de su psicólogo y por la inmensa cantidad de poder que parece poseer. Aquí, sin embargo, la atención se la merece la parte de Donna: una terrorífica representación de un paraíso envenenado en el que la paranoia del espectador crece al mismo ritmo que la felicidad de una Donna que no cabe en sí de gozo hasta que un encuentro con aquella terrorífica figura enmascarada lo eche todo al traste cuando tenga que tomar una decisión entre lo perfecto y lo real, lo que pudo haber sido y lo que siempre fue. Catherine Tate lo clava aquí y nos enseña todo su talento detrás de su inevitable faceta cómica al interpretar a una Donna destrozada al presenciar cómo lo que siempre ha querido se está desvaneciendo delante suyo, como el oro se hace polvo y se escurre entre sus dedos.  Lo que queda ya por ver son tres proezas: uno, la explicación del título del capítulo , tan simple pero tan inteligente; dos, la revelación del plan final del ordenador, un triple salto mortal argumental que, de alguna manera, Moffat hace funcionar de una manera increíble y tres, el gran sacrificio de River que hace que cogamos cariño a un personaje que no sólo no conocíamos sino que nos vamos a encontrar con ella en el futuro, siendo ella más joven (Moffat hace aquí malabares en el guión con tantas cosas que es increíble que haya salido perfecto, es algo digno de estudio). Nada más que decir: tragedia, tensión, angustia, terror, paranoia, humanidad, ideas brillantes y una genial ambientación conforman esta obra de artesanía imperdible.

Vamos con Midnight. Russel T. Davies había obviado sus responsabilidades como showrunner hasta este momento en la temporada. Después de muchos capítulos de encargo, Davies decide tomar las riendas de los últimos cuatro capítulos de esta temporada. Y el primero fue el que me convenció de que este hombre es igual de genio que Moffat. Apuesta aquí por una estrategia totalmente diferente: la simpleza por bandera. Aquí no hace falta saber qué ni cómo es el monstruo, no hace falta acompañante, no hace falta grandes giros argumentales. Esto es el Doctor teniendo que enfrentarse primero a algo que no entiende (cosa que, obviamente, lo va a afectar ya que es algo a lo que no está acostumbrado) y después indefenso contra la peor cara de la especie a la que ama, los humanos. El argumento es tan simple que ni siquiera voy a intentar contarlo. Lo que vemos aquí es el Doctor puesto al límite como nunca antes y, con él, los espectadores. De 40 minutos de capítulo, está garantizado que 30 lo vas a pasar fatal. El efecto del monstruo es sencillo pero terroríficamente efectivo. La pérdida del habla. El hablar, el negociar es lo único que nos puede salvar cuando se está rodeado de personas en una situación de extremo peligro. Y, si se pierde eso, se pierde todo. Esto es un ensayo, más que un guion. Un ensayo de cómo es el ser humano en varias facetas. En la peor, se forma juicios de personas por sencillas impresiones sin fundamento y está dispuesto a seguir en situaciones de tensión al que más grite, al que más se haga notar y no se da cuenta de que posiblemente ese sea el que menos probablemente sabe lo que hacer en esas situaciones. Qué fácil es ajusticiar a alguien cuando este no puede defenderse con un interés egoísta de librarse. Qué egoístas somos. Sin embargo, Davies nos da algo de esperanza con un héroe anónimo que se sacrifica y que está destinado al olvido, como muchos héroes anónimos a los que no se lo agradecemos lo suficiente. Con tal de que estemos bien... Tampoco tengo mucho más que decir. Davies simplifica el argumento hasta el absurdo para que el protagonismo lo tengan unos actores fantásticos que representan al ser humano, sin más ni menos. Un impactante testimonio de algunas de las peores y las mejores virtudes del ser humano.

Tampoco voy a decir mucho de Turn Left, que estoy escribiendo demasiado. La idea es simple. Donna y el Doctor acaban en un Chinatown del espacio exterior y Donna, en un ataque de curiosidad, le pide a una adivina que le lea el futuro. Sin embargo, la adivina no es tan inocente como parece y, con la ayuda de una extraña criatura logra cambiar el pasado de Donna. Concretamente, el día que se estaba decidiendo en dónde quería intentar conseguir trabajo. Si gira a la izquierda en un cruce cercano, irá a un trabajo que a ella le encantaría si bien un poco falto de garantías y estabilidad. Si gira a la derecha, irá a donde quería su madre. Un sitio en el que podría entrar por enchufe y que le podría aportar estabilidad y seguridad. Donna había decidido girar a la izquierda en su momento pero la adivina consigue que gire a la derecha cambiando el presente. Por muy trivial que esto pueda parecer, este pequeño hecho va a hacer que Donna y el Doctor nunca se lleguen a conocer y que, en los eventos de The runaway bride, el Doctor en solitario no logre controlar la locura que le inflinge la gran pérdida que vivió, lo cual acaba resultando en su muerte. Qué es lo que pasaría en la Tierra si nadie les protegiese del espacio exterior y qué es lo que puede hacer Donna para salir de esa situación en la que parece estar atrapada es lo que trata este capítulo. De nuevo, una idea extremadamente simple y, de nuevo, una joya de capítulo. A lo largo del capítulo las tragedias que el difunto Doctor no puede evitar van causando cada vez un efecto más devastador: de un pequeño incidente con un hospital a la pérdida de civilizaciones enteras. Es aquí donde Russel T. Davies echa la vista atrás, analiza el gran edificio que ha construido en estas cuatro primeras temporadas de la serie moderna de Doctor Who y empieza a analizarlo a conciencia, quitando vigas y viendo a ver qué se derrumba y qué no. En esta ocasión, si en la anterior había dejado solo al Doctor como protagonista, los protagonistas son Donna, su familia y un invitado especial del pasado de la serie. También es otro episodio en el que el espectador lo pasa mal al ver la espiral de destrucción que la familia de Donna parece esquivar continuamente. Sin embargo, casi es peor el remedio que la enfermedad, ya que vivir para presenciar en lo que el mundo se está convirtiendo es deprimente. Especialmente dolorosa es la subtrama de la familia con la que se ven obligados a convivir Donna y sus parientes, que casi parece sacada de una película de posguerra. Todo culmina con un sacrificio brutal que, eso sí permite que todo vuelva a la normalidad. ¿O no? Este capítulo, emotivo y emocionante, es un cruel recordatorio de que todo lo que pasa afecta de alguna manera a la historia, a la nuestra y a la de otras personas, y que cualquier mínimo gesto puede cambiarlo todo. Apreciemos lo que tenemos porque es muy fácil perderlo.

Los dos últimos capítulos, también de Davies, son un poco menos personales y se rinden algo al fanservice pero, como final épico cumple. Un reparto coral con Judoons, Daleks y personajes de todas las temporadas anteriores toma posiciones en una batalla campal que [minispoiler] los terrícolas deben jugar fuera de casa. El primer capítulo presenta una intriga bien construida y realmente es entretenido y funciona. El segundo, sin embargo, es algo más problemático. Aquí los malabares de Moffat no le salen bien a Davies que se sabotea con una amenaza demasiado grande y recurre a un deus ex machina decepcionante. Un capítulo y medio emocionante y entrentenido con un gran plantel de personajes que quizá se ve desaprovechado por un final tramposo.

Resumiendo, esta es una cuarta temporada que, si bien le cuesta un poco arrancar, cuando lo hace no para. Con capítulos con ideas geniales, los personajes se ven constantemente puestos a prueba lo cual les hace enseñarse cada vez más tal como son. Es esto lo que consigue la redención de la insoportable Donna Noble de The runaway bride que, en esta temporada demuestra que es una de las mejores acompañantes que el Doctor ha tenido nunca al demostrar no sólo que es un gran personaje sino que es la mejor amiga que el Doctor había podido tener. Catherine Tate y David Tennant lo dan todo y crean una pareja protagonista con garra y química, una constante lucha de dos obstinados héroes, el señor del tiempo y la mujer más importante del universo. El nivel actoral y de efectos especiales general sigue incrementando muy satisfactoriamente y la segunda mitad es un ejercicio de análisis del futuro con la introducción de nuevos personajes y retrospección del pasado con el regreso de los personajes antiguos y el experimento con los hechos acontecidos en esta era gloriosa del regreso de Doctor Who que, cómo no, acaba en la mejor parte.

Nota: 9,8/10

Especiales 2008-10:

Pero cuidado que esto no es todo. Entre el final de la cuarta temporada y el inicio de la quinta hubo una etapa de transición que ocupó un año entero, desde navidades del 2008 a Año Nuevo de 2010. Russel T. Davies necesitaba un episodio de regeneración para introducir al Undécimo Doctor en la serie antes de que la quinta temporada comenzase. A Steven Moffat, que ya se perfilaba como el nuevo showrunner de la serie, le estaba costando horrores encontrar a otro gran actor del Reino Unido capaz de interpretar convincentemente a este complejo personaje que es el Doctor y Davies aprovechó este periodo de incertidumbre para dar forma a cinco episodios, cinco especiales que fuesen capaz no sólo de suavizar la espera para los fans sino de terminar de la mejor manera el arco y las aventuras del doctor de David Tennant y su etapa como showrunner en la serie. Voy a tratar brevemente lo que me pareció cada uno de ellos para acabar de una vez con este extenso artículo.

The Next Doctor fue el especial de Navidad que le correspondía a la temporada 4. El Doctor llega a 1851 el día de Nochebuena y nada más llegar alguien grita su nombre pidiendo auxilio. Él corre para socorrer a la señora que gritó solo para encontrarse ¿otra versión de sí mismo, otro Doctor? La idea inicial es simplemente genial y, además, aprovecha fantásticamente el miedo que tiene este Doctor a regenerarse después de librarse de ello por poco al final de The stolen Earth y la inmensa soledad que siente después de tener que despedirse de todos sus anteriores companions en The journey`s end. Ya lo que le faltaba es encontrarse a lo que parece ser una futura versión de sí mismo. También resulta interesante el misterio que envuelve la verdad y el pasado de ese otro hombre que, a medida que va transcurriendo el episodio, va quedando cada vez más claro que ese hombre no es un señor del tiempo de verdad. Esta trama acaba desembocando en una interesante revelación que, si bien, no tienen del todo la lógica de su lado, entrega un misterio con una resolución creativa y sorprendente, además de culminar perfectamente el arco de este interesante personaje. Sin embargo, hay un problema: no todo el capítulo va de eso y el resto flojea. La villana tiene una motivación muy típica y resulta flagrantemente poco estimulante. La chica que la interpreta tampoco es muy buena actriz, que digamos. Y lo que menos funciona es una decisión que podrían haberse ahorrado: el meter a los Cybermen. Más allá de un par de escenas de acción interesantes, no aportan mucho a la trama y no resultan tan intimidantes como antes. Si bien intentan hacer una reflexión sobre la ética de un Cyberman y sus características, esto se siente algo fuera de lugar y, sin lugar a dudas, el capítulo no está  a la altura de estos clásicos villanos. Si hubiese apostado por una criatura inédita en la serie, hubiese resultado más fresco y mucho menos polémico. Sin embargo, esto no quita que el capítulo sea muy entretenido durante la mayor parte de él y aporte buenas ideas, especialmente en todo lo que concierne al acompañante masculino del Doctor de esta aventura.

Planet of the Dead fue un capítulo que estrenaron en Pascua del 2009. Una ladrona escapa de un museo después de haber robado una joya y consigue escapar de la policía subiéndose a un autobús urbano londinense al que eventualmente se acaba subiendo el Doctor, convencido de que algo pasa ahí. Poco tiempo después, el autobús con sus pasajeros desaparece en un túnel y aparece encallado en la arena de un misterioso planeta desértico en el que todo el mundo parece haberse volatilizado. Nos encontramos con otra vez el mismo patrón. La idea  inicial es buena. Una aventura totalmente inesperada con unos personajes que no se conocen entre sí en una ubicación que no conocemos y con una muy lograda sensación de angustia y prisa por los constantes comentarios de la señora vidente. Esto podría haber dado mucho juego. Sin embargo, al poco tiempo, nos despedimos de la mayoría de los personajes y la cámara se centra en el Doctor y Christina explorando el planeta desértico. Acaban conociendo a dos criaturas y recuperando un componente que necesitan para volver pero esta parte resulta realmente poco interesante. Las dos criaturas son inaguantables y muy poco imaginativas e incluso las partes con algo de tensión se hacen un poco cuesta arriba. Sin embargo, hay dos cosas que salvan a esta parte de ser un bodrio total. La primera es Christina. Ella resulta ser un personaje realmente interesante y descubrir su personalidad poco a poco es lo que hacía que prestase atención. Lo otro es la intervención de UNIT, no por nada, sino sencillamente porque Malcolm es graciosísimo. Cada ve que aparecía en pantalla, una sonrisa se dibujaba en mi cara. Y mira que la idea es simple de narices, pero por algún motivo me hace particular gracia. El caso es que consiguen volver y se revela qué ha pasado con ese planeta. Realmente la resolución de esto podría haber sido escalofriante y sorprendente pero lo hacen tan deprisa y corriendo y el diseño de las criaturas es tan cutre que lo único que provoca es una decepción como una catedral. Sorprendentemente, al final del todo se pone un poco divertido cuando el Doctor ayuda a escapar a Christina en un autobús volador pero eso solo recuerda que no la vamos a volver a ver (en verdad estaría bien que alguno de los acompañantes que ha tenido el Doctor en especiales llegase a la serie principal aparte de Donna). Este capítulo empieza y acaba bien y la companion que presenta es interesante pero gran parte del capítulo resulta muy poco estimulante dada la vagancia en el diseño de criaturas y el guion en sí.

Después de no haber indagado en el personaje del Doctor en absoluto en el anterior capítulo aquí llega el capítulo que lo remedia: The Waters of Mars. El Doctor llega a Marte en el año 2059 y se encuentra allí a los primeros colonizadores humanos del planeta rojo, por los que siente una profunda admiración. Sin embargo, parece que ese día va a acontecer una tragedia que va a acabar con la vida de todos y el Doctor no debería poder hacer nada para evitarlo, ¿o sí? La calidad sube en este capítulo con respecto a los anteriores EN TODO. Realmente este capítulo se sostiene sobre dos pilares fundamentales: el terror de la situación en si y la tragedia que esto acarrea y cómo afecta a los diferentes personajes. La idea de la criatura de este capítulo es al mismo tiempo criminalmente simple y terroríficamente inteligente. [Spoiler] Realmente el agua es casi el villano más angustioso que pueda haber, especialmente en un espacio cerrado del que no pueden salir. El agua siempre se abre camino y es algo tan esencial en nuestro organismo que ya el pensar que pueda acabar con nosotros es aterrador. Además, la tensión que esto causa es brutal. Durante media hora de capítulo, la acción no para nunca, y no se sabe de dónde va a venir. En tan poco tiempo también el guionista consigue definir algo a los personajes y por eso la tragedia de perderlos no sólo la viven los otros personajes sino también los espectadores. Pero realmente esta tragedia es lo mejor que el capítulo ofrece. Para explicar la genial idea que es esto, voy a hacer una miniclase de unas pocas líneas sobre las tragedias en la Antigua Grecia. En estas obras el destino era algo ineludible y está representado por un final funesto que desencadena el protagonista cuando comete un pecado de orgullo o hamartía. Normalmente, esta hamartía se daba porque los humanos jugaban a ser dioses y los dioses contemplaban como les llegaba su merecido a los humanos sin hacer nada por evitarlo. Pues bien en este capítulo se le da la vuelta a esta idea. Los humanos no han pecado de orgullo y no han hecho nada malo y, de hecho, ya han aceptado su trágico final. Sin embargo, el Doctor ha estado intentando mantenerse al margen pero no soporta ver a tales genios morirse sin que él pueda hacer nada (la pérdida le pesa más de lo que él pueda controlar). El Doctor es mucho más sabio y poderoso que todos los seres que allí hay y por eso se le podría considerar el Dios de esta particular tragedia. Sin embargo, llega un momento en el que el Dios, que es el Doctor, comete ese pecado de orgullo e intenta salvarlos humanizándose por momentos. Esto es sencillamente genial: una vuelta de tuerca a las tragedias clásicas para enfatizar cómo el Doctor está yendo cuesta abajo y sin frenos y se está desesperando cada vez más. Lo que siguen son varias reflexiones interesantes: sobre el sacrificio por un bien mayor, sobre la influencia que alguien pueda tener en futuras generaciones, sobre las consecuencias de cambiar la historia. Esto solo podía acabar de una manera y es mal. La escena en la que Adelaide acaba con su propia vida y los otros dos rescatados salen corriendo atemorizados es muy poderosa y hace pensar sobre los peligros de intentar decidir sobre la vida de los demás jugando a ser Dios (o, desde el punto de vista del Doctor, jugando a ser humano, remarco otra vez lo ingenioso que es esto). Realmente este es un capítulo muy intenso con una tensión fuera de lo normal, unas ideas brutales y una tragedia y pesimismo fortísimo que hacen pensar y dejan al Doctor destrozado y claramente no preparado para vivir su última aventura. Un capítulo también perfecto, a su manera y un gran prólogo para la última aventura del Décimo Doctor.

Y llegamos al apoteósico final de la era de David Tennant y Russel T. Davies en esta serie en un capítulo dividido en dos partes que recibe el para nada humilde título de The end of time. Gracias a un extraño ritual realizado por un grupo de adoradores de Harold Saxon (el primer ministro por el que se hizo pasar este personaje en The sound of drums y Last of the Time Lords) , The Master está de vuelta. Sin embargo, una agresión cometida por su exmujer hacia él mientras se está volviendo a formar hace que esté perdiendo fuerzas por momentos y necesite nutrirse en exceso. Éste es contratado por un millonario que busca construir un muy útil instrumento en la medicina usando material de una nave espacial que parece haberse estrellado en la Tierra y este hombre cree que lo tiene  coartado para que siga sus órdenes, pero el personaje interpretado por John Simm tiene un maléfico plan que está llevando a cabo sin que nadie pueda evitarlo. Esto sería tarea del Doctor y de Wilfred Mott (el abuelo de Donna) que está teniendo unas visiones recurrentes del Master riéndose tétricamente.

 La primera parte de este especial empieza con buen pie. Una voz en off desconocida anuncia con voz profunda lo que está aconteciendo, la introducción del Doctor a través de la vidriera con el coro de fondo aumenta la épica y la expectación de lo que está por llegar, el regreso de The Master ya de por sí es todo un acontecimiento y la manera en la que es introducido usando la cara de esqueleto como representación gráfica de esta pérdida de consistencia realmente hace que resulte mucho más intimidante que la última vez que lo vimos en los dos capítulos mencionados previamente. A partir de ahí, en el resto del capítulo no es que pase nada muy relevante hasta los minutos finales. Lo más destacado de este intermedio son Wilf (que pasa de la absoluta comedia con sus amigos del autobús a la comprensión y lo emotivo cuando conversa con el Doctor) y el propio Doctor (Tennant clava esa frustración y desesperación que siente y realmente transmite la idea de que está en las últimas y se ha degenerado hasta algo que no acaba de reconocer y se junta en él el resentimiento que todavía siente por el Master y el deseo genuino de tenerlo a su lado, remando en su mismo barco) y las interacciones entre ellos. En el final se producen dos revelaciones. Una, el plan del personaje de John Simm. Realmente es algo estúpido y exagerado pero Simm interpreta tan bien al personaje que a pesar de la evidente comedia que esto conlleva se siente que esto tiene un propósito y que deberíamos temer las consecuencias. La otra es lo que el plan de The Master puede desencadenar: la liberación de unos fantasmas que atormentan tanto a él como al Doctor y que tienen más poder y peligro que nunca. La primera parte empieza y termina con épicas predicciones y desarrolla en el medio la pura emoción de las interacciones de dos personajes genialmente interpretados que, de alguna manera u otra, sienten que su momento final está llegando. Todo está preparado para una gran batalla en la segunda parte con un muy terráqueo campo de batalla. 

Empecemos directamente con la segunda parte. Si la primera apostaba por una estructura comedia/épica-emoción-épica, aquí todo se mezcla. Empezamos con algunas escenas en Gallifrey, asistiendo a una asamblea de los Señores del Tiempo donde podemos apreciar el tono radical de sus palabras y empezar a sentir la amenaza que estos suponen. Además, la adivina incluye información futura de una forma intrigante e interesante. También se explora porqué el Master es así y qué es ese ruido que lo atormenta, ese sonido de tambores y de dónde viene (también genial interpretación de Simm que se come la pantalla en cada escena). A continuación, asistimos al rescate del Doctor, unos instantes de pura y genial comedia que relajan un poco la emoción por un momento. Lo siguiente es la preciosa (una vez más) interacción entre Wilf y el Doctor (genial el momento en el que Wilf le intenta convencer, temiendo por él, que el Doctor lleve una arma consigo recibiendo una respuesta negativa). El Doctor baja los pies a la Tierra (literalmente) y comienza una batalla final intensa más en lo psíquico que en lo físico. [Spoilers de aquí en adelante] El Doctor y el Master se unen para pelear por única vez para enfrentarse a algo que los atormenta de dos maneras muy diferentes. Aquí es donde los bandos se disipan y los geniales personajes terminan su arco. Después de la gran batalla uno pensaría que ya se acabó todo pero no. Y es que justo cuando el Doctor se creía a salvo, la profecía de los cuatro toques se cumple y el verdugo es quien menos él se espera. El monólogo de pura frustración e impotencia que pronuncia el Doctor es un reflejo exacto de este Doctor irreconocible, llevado al límite, en las últimas y constante fugitivo en el que se ha convertido. Un momento trágico y brutal que le recuerda al Doctor, por segunda vez y de la peor de las maneras, que el destino siempre se cumple. Lo único que le queda por hacer antes de regenerarse es despedirse. Por esto, el capítulo acaba como un epílogo a lo El señor de los anillos: el retorno del Rey en el que el Décimo Doctor se va despidiendo de todos sus acompañantes. De estos momentos, el de Martha y Mickey es raro y algo incómodo, pero el resto son todos fantásticos o sea que no hay queja por aquí.

Y así termina la era de T. Davies en Doctor Who, con un doble capítulo lleno de emociones encontradas. Hay algunos aspectos algo más flojos, pero el desarrollo de los tres personajes principales y el cómo John Simm, Bernard Cribbins y David Tennant los interpretan es algo  fantástico y le da a estos dos capítulos una convicción difícil de negar. Un buen final, al fin y al cabo.

Bueno, pues a estos especiales les costó algo arrancar y, si bien los dos primeros capítulos no son los peores de la serie ni de lejos, son un poco flojos y lastran un poco a los tres últimos, que conforman una recta final maravillosa (en especial Waters of Mars). A pesar de esto, todos tratan de diferentes maneras la soledad y el abandono que sufre el Doctor y en lo que se está convirtiendo por culpa de esto. Las bastante buenas cuatro últimas aventuras de un Señor del Tiempo malherido.

Nota: 8,5/10

Bueno, pues esto ha sido todo. Reconozco que me he explayado demasiado en este artículo, pero hablar de tu nueva serie favorita sin enrollarse es un poco difícil. Espero que, a pesar de la turra que os he dado, os haya parecido interesante y que aprecieis el más que evidente esfuerzo que redactar esto me ha costado, lo que también explica el tiempo que he tardado en subirlo. Estas próximas semanas voy a estar subiendo bastantes cosas al blog porque se me ha juntado el especial de premios cinematográficos del año pasado con el de Halloween y estas movidas pero, bueno, ya veré cómo me las apaño. Supongo que nada más que decir. Corto y cambio.

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