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Scooby Doo Misterios S.A. (S.1) o Especiales Halloween 2019 (II)

Me dispongo a subir la segunda parte de estos especiales y, viendo la hora que es, lo más probable es que acabe esto subido entre Halloween y el Día de Muertos. Una fecha realmente adecuada y, si bien, de lo que voy a hablar ahora no es precisamente lo más terrorífico del mundo, es una de las grandes sorpresas que me he llevado este año. Durante este tiempo, he decidido darle una oportunidad a series de animación de diferentes temáticas que llevaba tiempo queriendo ver como el remake de Ducktales (no me miréis así, que tiene la voz de David Tennant y es una serie mucho más inteligente de lo que parece), Gravity Falls (de la cual ya tenéis artículos subidos en este blog) o Rick y Morty (me lo estoy pasando genial con ella, cuando haya visto algunos capítulos más, tendría que analizarla pero tampoco quiero vender la piel de oso antes de cazarlo). Ya que estaba imbuido en esta mecánica, me acordé de una serie que había visto hacía ya casi una década cuando era más pequeña y que me encantaba. La empecé a ver por pura nostalgia y acabé enganchadísimo como antaño, disfrutándola aun más que antes y dándome cuenta de lo genial de la serie, tanto para niños como para gente más crecidita con una mente dispuesta a experimentar. Sin más dilación, me gustaría analizar una (y muchas) vuelta de tuerca brutal a un icono de mi infancia (y de la de muchos): esto es Scooby Doo Misterios S.A.

Scooby Doo: Misterios S.A. (Temporada 1):

Años de emisión: 2010-11
Showrunners: Mitch Watson, Jed Elinoff, Scott Thomas
Lugar de emisión original: Cartoon Network
Póster:
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Crítica:

Antes de empezar con esto directamente, voy a aportar algo de contexto histórico; que, por lo menos a mi, me parece interesante. Hanna-Barbera fue un estudio de animación de Estados Unidos creado por dos directores de la ahora ya casi extinta Metro Goldwyn Mayer (la del león) a finales de los años 50 del siglo pasado. Tuvo su mayor pico de popularidad a lo largo de los años 60 creando series animadas de diversa índole que marcaron a los niños de la segunda mitad del siglo XX y que, todavía a día de hoy, son bastante apreciadas. Estas incluyen los primeros episodios de Tom y Jerry y series de la talla de Los Picapiedra, Los supersónicos, El oso Yogi, Don Gato y Huckleberry Hound, entre otras. En los años finales de esta era dorada se les ocurrió una idea para una nueva serie con presupuesto -5 y que se llamaría ¿Scooby-Doo, dónde estás?. Y, así fue, creada por Joe Ruby y Ken Spears vio la luz en el año 69. Esta se centraba en unos adolescentes llamados Fred, Daphne, Vilma y Shaggy que viajaban en su tiempo libre con su perro parlante Scooby-Doo en una furgoneta llamada la Máquina del Misterio y paraban allí donde veían algo raro con la esperanza de resolver todos los extraños misterios que se encontraban, consistiendo estos normalmente en un monstruo que aterroriza a la gente y que siempre resultaba ser alguien disfrazado con aviesas intenciones. A pesar de lo relativamente tardío de la propuesta en comparación con las otras famosas del estudio, de la extremadamente rígida e invariable estructura procedimental de la serie y del escaso presupuesto, la serie triunfó y, de hecho, de todas las series de Hanna-Barbera es posiblemente la serie más conocida a día de hoy. A pesar del buen comienzo, el resto del siglo XX no fue muy bien para Scooby y sus amigos en formato serie ya que la fórmula se estaba repitiendo hasta el tedio, los personajes nuevos que se añadían a la serie normalmente molestaban más que otra cosa y la creatividad y la calidad cada vez brillaban más por su ausencia. Es por eso que, en el siglo XXI, (aparte de tres películas de acción real de las que mejor no hablamos) se intentó volver a llevar a Scooby-Doo con más creatividad e interés, intentando esquivar los anteriores derroteros del personaje. De aquí surgieron dos productos que yo veía de pequeño y me encantaban ambos. El primero en aparecer fue la serie llamada ¿Qué hay de nuevo, Scooby Doo?. Las intenciones de la serie ya estaban claras viendo el título y la pegadiza canción de los títulos de crédito interpretada por Simple Plan. La serie volvía a repetir la fórmula pero sólo con los personajes originales, con una animación muy pulida, con un ritmo y una ambientación más actual y con una mayor variedad en monstruos y localizaciones. Esta serie funcionó bastante bien y, para mi gusto, no estaba mal. Pero en el 2010 llegaron unos visionarios que, por primera vez, se plantearon cambiar un poco la fórmula, proveyendo de una trama central que ligara los episodios procedimentales; haciendo la serie más realista y prestando más atención a los personajes, a su pasado, a sus motivaciones y a los conflictos que se generaban entre ellos. Ya sabéis, como en una serie para adultos (este es un ejemplo de muchos que indica que muchas series de animación esta última década se han tomado a sí mismas más en serio y adquieren un matiz dramático que puedan disfrutar niños y adultos por igual). Y, si bien la serie no es tan conocida, debería porque los creadores han cumplido con su premisa perfectamente. He vuelto a ver la primera temporada y la he disfrutado igual que hace ya nueve años. Incluso más, porque ahora pillo algunos detalles que no veía de pequeño y que la hacen aún más especial y genial, al mismo tiempo. Vamos a contemplar como unos genios han dado vida y profundidad a un clásico que parecía muerto por pesadez.

Lo primero de todo: la serie apuesta por aportar algo de realismo a su historia principal. Los protagonistas ya no son una serie de medio hippies irresponsables que iban por ahí en busca de aventura. Ahora, Fred, Daphne, Vilma, y Shaggy han sentado la cabeza (se me olvidó comentar que, temporalmente, esta es una secuela de la serie original si bien, en vez de no tener lugar en los 70, tiene lugar en ese año 2010) y viven juntos en la misma ciudad californiana (Crystal Cove), van a Bachillerato al mismo instituto (si bien eventualmente acaban entrando a lo que yo interpreto que es una universidad), tienen unos padres que (en menor o en mayor medida) se preocupan de ellos y tienen entre ellos los típicos escarceos y roces de unos adolescentes normales y corrientes. Sin embargo, algo sigue igual: en su tiempo libre les encanta reunirse y resolver misterios con la ayuda de la Máquina del Misterio, encontrándose sin embargo con la hostilidad del algo arisco pero infantiloide sheriff de la ciudad (un tal Stone) y de sus padres, que no acaban de ver con buenos ojos los riesgos a los que sus hijos se someten cada cierto tiempo. Otras novedades que incluye esta serie es el personaje de Angel Dynamite, una DJ y comentarista de radio que no tarda en hacer muy buenas migas con la pandilla de protagonistas y el señor E, una persona cuya identidad desconocen y que les ayuda de cuando en cuando en sus investigaciones con pistas crípticas. También es importante reseñar que en la ciudad hace muchos años había un grupo de colegas (Brad, Judy, Ricky, Cassidy y el loro Pericles) que hacían una labor parecida a los protagonistas y que también se hacían llamar Misterios S.A. antes de desaparecer totalmente del mapa.

Procedo a ir comentando detalles varios que hacen especial e interesante esta primera temporada.

Uno de los factores diferenciadores de esta serie, como ya indiqué, es la atención a los personajes y aquí el que más sale ganando es Fred, que era el personaje más plano de las series originales. Aquí el líder de la nueva Misterios S.A. está terriblemente obsesionado con las trampas (lógico, algo tenían que hacer para atrapar al monstruo de turno) al principio pero a lo largo de la temporada se ve cómo le afecta mucho el no poder nunca satisfacer a su padre (el avaricioso alcalde Jones que, al igual que el de Tiburón, pone terriblemente por encima la de dinero que pueden sacar de todas estas apariciones monstruosas en la ciudad que la seguridad de la gente; éste es un personaje que va a dar mucho juego, por cierto), el no verse reconocido o agradecido por lo que hace. Tampoco sabe mucho de su pasado y ,ante tal rechazo, se aísla de manera evidente en sus aficiones, que van a hacer que se cierre de primeras a la proposición de Daphne, un amor que no está dispuesto a dar dado el poco amor que él recibe. Ya que hablamos de esto, entre los personajes se producen ciertos acercamientos normales teniendo en cuenta su edad que también dan mucho juego. Por un lado, tenemos el de Fred y Daphne pero, por otro, tenemos a Vilma y Shaggy, que llevan siendo novios en secreto un tiempo. El problema aquí es que Vilma quiere hacer esto público y Shaggy lo ve con cierto recelo, ya que cree que su amistad con el resto de la pandilla puede correr peligro, en especial con su mejor amigo y compañero de vida Scooby Doo, que no vería con buenos ojos que hubiese alguien que recibiese más su atención que él (esto tiene también sentido, ya que, al fin y al cabo, es un perro y las mascotas pueden expresar un amor muy posesivo a veces). Ya esto de por sí podría hacer la serie interesante pero atención que hay muchos más.

Otra cosa que no añade esta serie pero sí potencia es la enorme cantidad de referencias que tiene esta serie, algunas muy claras y otras más rebuscadas. Yo he podido entrever referencias a Terminator, Gremlins, El fantasma de la ópera, El diablo sobre ruedas, Saw, las novelas de H. P. Lovecraft, las películas antiguas de terror de serie B pero estoy seguro que hay muchas más, ya que el guion de esta serie está curradísimo. Es más, la serie también tiene referencias a su propio pasado: la escena en el museo de la madre de Vilma del primer capítulo es un ataque directo a la nostalgia y el capítulo de la final de investigadores es una gozada con muchísimas referencias a la historia de Hanna-Barbera.

También algo que se ha mejorado mucho es el humor. El humor ya no es puramente slapstick como en las series anteriores sino que trabajan mucho con el humor visual más elaborado (esto es algo que la animación permite hacer muy bien si se sabe bien cómo hacer y, afortunadamente, aquí tienen mucha idea) y el humor metareferencial (chistes como "llevamos siendo adolescentes desde siempre" son sencillamente geniales). Algo que la serie se atreve a hacer que no había hasta ahora es algo de crítica social, enfocándolo como una parodia (la parodia de estudiantes de la universidad del primer capítulo de Hatecraft es brutal, incluyendo los hilarantes revolucionarios que está claro en quién se han inspirado pero algo de fundamento esto tiene; también el humor que rodea al personaje de Hot Dog Water esconde una historia de pobreza bastante dura; el sarcasmo del mundo editorial con la parodia de Crepúsculo del penúltimo capítulo son también bastante claros) o algo más serio (el cómo la multinacional de turno destruye el medioambiente y el cómo este se venga de alguna manera está, en verdad, bien pensado; aclarar que este tema ahora está muy visto, pero en el 2010 no lo estaba tanto más allá del documental de Una verdad incómoda de unos años antes que fue el que tiró de la manta y desveló lo que pasaba).

Pero bueno estamos hablando de cómo han cambiado lo anterior pero vamos a lo clásico. ¿Qué hay de los monstruos? Pues con esto hay una noticia buena y una regular. La buena: están muy bien, funcionan. Es meritorio conseguir 26 criaturas diferentes en tan poco tiempo y, para ello, han decidido dejarse influir por otras culturas muchísimo, creando una variedad visual y cultural que es súper interesante de explorar y que no se había usado tanto hasta ahora. En concreto, [semispoiler, supongo] se deja influenciar por la cultura inca, la persa, la amazónica, la china, el salvaje Oeste y, como ya mencioné, por novelas de Lovecraft y algunas películas antiguas, entre otras. ¿Qué es lo no tan bueno, entonces? Bueno, los capítulos son cortos, se presta mucha atención a los personajes y a la trama principal que ahora comentaré y digamos que, en ocasiones, no se curran mucho lo que es el misterio episódico en sí mismo. No sé si es que ahora ya he crecido, pero fui capaz de adivinar quién era el que estaba detrás de la máscara en más de la mitad de las ocasiones. Afortunadamente, esto no es tan importante y en algunos capítulos ponen algunas pistas falsas que funcionan y despistan. Sin embargo, hay algunos casos en los que no te presentan los suficientes personajes como para que el misterio sea muy complicado de dilucidar. Pero, bueno, tanto ha cambiado esta serie que aquí quién sea el culpable en cada episodio es un poco de lo menos.

Tranquilos, que no me olvido de hablar del mayor elemento diferenciador, el que cambió la fórmula de estrictamente procedimental a serie con tramas episódicas y trama general, algo tipo Supernatural. Y quiero hablar de esta trama general, porque en verdad es buenísima. Digamos que todo tiene que ver con eventos del pasado de la ciudad, el señor E y un objeto que encontraron en la antigua mansión de los Darrow, los fundadores de la ciudad. [A partir de aquí, el resto del párrafo son spoilers considerables]. Reconozco que las piezas del puzzle tardan un poco en moverse, ya que el principal antagonista, el maldito pájaro, no se libera hasta el capítulo 10 y no encuentran los objetos clave (la primera pieza) hasta el capítulo 17, al igual que no descubren la verdadera identidad de Angel hasta los capítulos finales, pero entre algún misterio competente y la información con cuentagotas del señor E se mantiene la atención del espectador competentemente. Pero, claro, tan poco a poco van dando la información que llega un momento (el último tercio de la serie) en el que cada dos capítulos pasa una revelación fulminante que te deja con ganas de seguir viendo. Y todo desemboca en el último capítulo, un episodio redondo con misterio, terror, humor, roces entre personajes, muchas revelaciones que sirve como un antes y un después en la serie particularmente traumático.

Por último, los últimos aspectos que me quedaban por comentar acompañan estupendamente. La banda sonora es fresca e innovadora, la animación no es lo mejor del universo pero se sostiene bien, el doblaje en versión original (si tenéis nivel de inglés, os recomiendo verla en ese idioma) está muy bien, su estilo visual está bastante bien, con un buen uso de los colores. Scooby-Doo nunca se ha caracterizado por dar mucho miedo, pero gracias a las buenas ideas visuales de las criaturas y a la ambientación, algunos capítulos pueden llegar a dar algo de (y enfoco el algo de) miedo (en especial, el 2, el 10, el 17, el 19 y el 26).

Resumiendo, esta es una serie que, si bien deja intactos algunos elementos clásicos, le da la vuelta totalmente a la fórmula que llevaba dirigiendo esta serie durante 40 años. Y es que en esta primera temporada, lo menos relevante es quién es el culpable en cada episodio, el a veces malogrado misterio, y el protagonismo lo coge todo lo demás: el trasfondo de los personajes, la relación entre ellos, las geniales referencias que insertan los guionistas junto con algún comentario hiriente pero certero sobre la sociedad, el humor, la gran variedad de monstruos visual y cultural, los personajes secundarios, el explorar la ciudad poco a poco, el resolver los pequeños misterios del señor E y el gran misterio que subyace en la gran trama central de la temporada, etc. Una serie de dibujos, que siguiendo una tendencia característica de esta década, es perfectamente disfrutable por niños y por adultos al mismo tiempo y por motivos diferentes. Si hay algo que queda claro es que en Crystal Cove pasa de todo y estoy más que dispuesto a presenciar cómo Scooby y su pandilla se enfrentan a estas situaciones desde un punto de vista más realista e inteligente. En un futuro, intentaré hablar de la temporada 2 pero, por ahora, la temporada 1 me encantó: un gran recuerdo de mi infancia magnificado y mejorado.

Nota: 8,8/10

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